En el corazón de Las Vegas, donde las luces destellan y las apuestas suenan como una melodía frenética, se gestó a principios de la década de 1980 una sinfonía de velocidad y adrenalina, una aventura automovilística que dejó su marca en la historia de la Fórmula 1. El Gran Premio del Caesars Palace, celebrado en 1981 y 1982, fue un espectáculo efímero, pero memorable.
El escenario de esta odisea fue el estacionamiento del Caesars Palace, un hotel emblemático de Las Vegas, donde se erigió un circuito temporal de 3.650 km. La pista, caracterizada por su trazado ancho y amplias zonas de escape y ofrecía oportunidades de adelantamiento. Sin embargo, su intrincado dibujo imponía una exigencia física considerable a los pilotos, quienes debían soportar una gran tensión en sus cuellos.
La Fórmula 1 llegó a Las Vegas en 1981, marcando el inicio de una relación apasionada pero breve. El debut del Gran Premio del Caesars Palace se produjo en la recta final de la temporada, el 2 de noviembre, como reemplazo del Gran Premio de Estados Unidos en Watkins Glen.
Aunque la carrera se consolidó como el cierre del campeonato, no logró alcanzar la popularidad del Gran Premio de Long Beach, ubicado a tan solo 480 kilómetros de distancia.
La naturaleza plana y repetitiva del circuito, su ubicación en un estacionamiento y el propio ambiente de Las Vegas no convencieron a los pilotos, quienes lo consideraron uno de los peores trazados que jamás había visitado la Fórmula 1.
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A pesar de las críticas, el Gran Premio del Caesars Palace dejó momentos memorables en la historia de la Fórmula 1. En 1981, la prueba la ganó el australiano Alan Jones (Williams), aunque Nelson Piquet (Brabham) fue el gran protagonista de la jornada.
El brasileño se consagró campeón mundial por primera vez al cruzar la línea de meta en quinto lugar, una hazaña que requirió de 15 minutos para recuperarse del agotamiento provocado por el intenso calor. Los argentinos aún recuerdan esa carrera ya que Carlos Reutemann (Williams) perdió su gran chance de conquistar la corona.
Al año siguiente, el italiano Michele Alboreto (Tyrrell) se impuso en una carrera disputada bajo condiciones climáticas similares, marcando el canto del cisne de la Fórmula 1 en Las Vegas. La baja concurrencia y las pérdidas económicas sufridas por el hotel durante la edición de 1981 determinaron el final de esta aventura en la Ciudad del Pecado.
Con la retirada de la Fórmula 1, el Gran Premio del Caesars Palace tomó un nuevo rumbo al convertirse en sede de la serie CART en 1983 y 1984. El circuito sufrió una modificación significativa al unir las curvas 1, 6 y 10 en una recta continua, dando lugar a un óvalo distorsionado de 1.811 km.
Las dos carreras se disputaron a lo largo de 178 vueltas, recorriendo una distancia total de 322,27 kilómetros. Los ganadores fueron los estadounidenses Mario Andretti (Newman/Haas Racing) y Tom Sneva (Mayer Motor Racing).
Para la edición de 1984, se amplió la salida de la última curva, incrementando las velocidades de vuelta en aproximadamente 11 km/h en comparación con el año anterior. Tras esa competencia el circuito desapareció del calendario, dejando paso al desarrollo urbano. Así nacieron el Forum Shops at Caesars y el hotel Mirage.
El Gran Premio del Caesars Palace, aunque breve, dejó una huella imborrable en la historia del deporte motor. Su existencia marcó un capítulo fascinante en la crónica de la Fórmula 1 y la serie CART, demostrando la capacidad de Las Vegas para acoger eventos de gran envergadura.
Si bien el circuito desapareció, el recuerdo de las carreras disputadas en el estacionamiento del Caesars Palace perdura en la memoria de los aficionados, evocando una época en la que la Ciudad del Pecado fue la Ciudad de la Velocidad.