Los Fórmula 1 de Alejandro De Tomaso, el argentino que soñó en grande
Aunque trascendió por sus autos deportivos, Alejandro De Tomaso también tuvo un fugaz paso por la Fórmula 1. Construyó tres vehículos y uno de ellos fue para Frank Williams.
Cuando Alejandro De Tomaso decidió marcharse de la Argentina y radicarse en Italia a mediados de la década de 1950 lo hizo con la convicción de convertir su pasión por los autos en su medio de vida. Aprovechó sus antecedentes como piloto en su país natal y encontró trabajo como tester de OSCA, la empresa que habían fundado los hermanos Ernesto, Ettore y Bindo Maserati.
Los tres años que De Tomaso pasó en OSCA fueron muy fructíferos. Participó en una docena de carreras, descubrió los secretos de la industria y conoció a quien sería el amor de su vida -y el pilar de sus sueños- la estadounidense Isabelle Haskell, nieta de William C. Durant, uno de los fundadores de General Motors.
Alejandro e Isabelle se casaron en 1959 y ese mismo año fundaron De Tomaso Modena S.p.A, empresa que se dedicó en una primera etapa a crear monopostos de competición antes de meterse de lleno en la producción de vehículos deportivos al transformarse en DeTomaso Automobili SpA.
De Tomaso era un hombre de grandes anhelos. No se conformaba con fabricar vehículos para la Fórmula Junior, categoría creada a partir de la fusión de la Fórmula 2 y la Fórmula 3. En realidad quería codearse con los grandes constructores que había en ese entonces en la Fórmula 1, especialidad que incluso lo había tenido como piloto en un par de oportununidades.
LA AVENTURA DE LA FÓRMULA 1
La F.1 de esos años permitía ese tipo de aventuras ya que no era tan sofisticada como en la actualidad. Ya afincado en Módena, el corazón de la industria automotriz italiana, De Tomaso creó su primer monoposto para el Mundial.
Diseñado por Alberto Massimo y basado en el OSCA de la Fórmula Junior, lo llamó simplemente De Tomaso F1 y lo combinó con todo tipo de motores con la esperanza de conseguir un conjunto competitivo mientras pergeñaba su propio impulsor. Si lo hacía Ferrari porqué no lo haría también De Tomaso…
En 1961 el De Tomaso F1 debutó oficialmente en la Fórmula 1 en el Gran Premio de Francia. El auto lo inscribió la Scuderia Serenissima y lo corrió el italiano Giorgio Scarlatti. Clasificó 26°, pero abandonó en la 15ª vuelta -de las 52 pactadas- por problemas en el motor OSCA.
Ese mismo año tres De Tomaso F1 se presentaron a correr en el Gran Premio de Italia con pilotos locales. Nino Vaccarella lo hizo para la Scuderia Serenissima, Roberto Lippi para Scuderia Sttecolli y Roberto Bussinello para el team de Alejandro e Isabelle. Ninguno de los tres llegó al final, nuevamente por inconvenientes en las plantas motrices.
Vacarrella fue el que más duró. Largó 20° y desertó en el 13° giro cuando marcha 13°, mientras que sus dos compatriotas lo hicieron durante el transcurso de la primera vuelta.
Alejandro De Tomaso, de querer derrocar a Perón a crear una marca de autos de culto
Pero no todas fueron malas experiencias. La temporada de 1961 se cerró con una carrera sin puntos en Vallelunga y ahí los De Tomaso F1 se destacaron: Bussinello y Luppi llegaron 4° y 5°, respectivamente.
Dos años después, en el mismo circuito, el italiano Franco Bernabei llevó al De Tomaso F1 -ahora con motor Ford- a la punta de una carrera después de largar tercero. Pero fallas en la bomba de combustible terminaron en un abandono.
LA ASOCIACIÓN CON NASIF ESTÉFANO
La realidad es que el De Tomaso F1 alternaba buenos resultados en carreras sin puntos con decepcionantes actuaciones en las competencias del Mundial. Pero Alejandro De Tomaso era un hombre que siempre veía el vaso medio lleno. Por eso se animó a crear otro vehículo: el De Tomaso 801 con el objetivo de hacerlo correr en 1962.
El chasis del 801 se había fabricado con tubos de aluminio y estaba equipado con un motor V8 de 200 caballos concebido por De Tomaso. Su disposición era casi plana para bajar el centro de gravedad. Sin embargo, esta solución técnica no contribuyó en nada a una mejor performance.
Así lo comprobó el tucumano Nasif Estéfano, que había golpeado las puertas de De Tomaso por recomendación de Juan Manuel Fangio. La asociación, que incluyó un aporte del piloto de 700.000 dólares pagados por adelantado, resultó infructuosa y terminó en un escándalo.
El vehículo no estuvo a tiempo para el inicio del campeonato del ’62 como se había pactado. Por ese retraso Estéfano debió esperar hasta el Gran Premio de Italia para tener su segunda carrera en la Máxima después de su debut en el Gran Premio de Argentina de 1960 (con una Maserati 250F largó 20° y llegó 14°).
EL ERROR QUE NO LE PERDONARON EN ARGENTINA
El lento andar del De Tomaso 801 en el velocísimo circuito de Monza convirtió al piloto argentino en una chicana móvil para el resto de los participantes. De hecho, ni siquiera logró clasificarse para largar.
La promesa de De Tomaso de mejorar el auto para 1963 le dio una nueva esperanza al tucumano. Sin embargo, el De Tomaso 801 lejos estuvo de mejorar. Estéfano lo comprobó en el Gran Premio de Roma, una carrera sin puntos para el campeonato. Dio cinco vueltas, volvió a boxes y dijo que el auto era inmanejable. Eso terminó con el acuerdo, que incluía correr ese mismo años los GP’s de Mónaco, Francia y Gran Bretaña.
Con mucha razón, Estéfano se sintió estafado y le reclamó a De Tomaso su dinero. Pero el empresario no se lo devolvió, una actitud que jamás le perdonaron en la Argentina…
CON WILLIAMS, UNA NUEVA OPORTUNIDAD
Tras el fiasco del De Tomaso 801 con motor propio, Alejandro De Tomaso archivó su anhelo de triunfar en la Fórmula 1 por varios años y comenzó a concentrarse en los deportivos de calle. Recién en 1970 volvió a la máxima categoría entusiasmado por el éxito comercial del Mangusta.
Este nuevo intento se materializó con el De Tomaso 505/38 diseñado por Giampaolo Dallara y financiado por un ex piloto inglés que en 1966 había creado su propio equipo: Frank Williams.
El De Tomaso 505/38 del Frank Williams Racing Cars estaba pintado de color rojo e incluía una franja celeste y blanca en el centro de la carrocería, como si se tratara de un gesto de reconciliación por parte del empresario hacia sus compatriotas después de la desagradable situación vivida con Estéfano.
El De Tomaso 505/38, equipado con un motor Cosworth, debutó con un abandono en el Gran Premio de Sudáfrica del ’70 con el británico Piers Courage detrás del volante. En la siguiente carrera, el Gran Premio de España, ni siquiera pudo largar.
Como para tratar de enderezar el rumbo, Williams participó en el International Trophy de Silverstone, una fecha de la F.1 sin puntos. Esta vez Courage llegó a la meta y lo hizo en un destacadísimo tercer lugar. Eso motivó a todo el equipo y al mismo De Tomaso.
LA TRAGEDIA QUE LO TERMINÓ TODO
Pero como ya había sucedido con el De Tomaso F1, el De Tomaso 505/38 tenía mil y un problemas en las pruebas validas por el campeonato. Courage lo comprobó en los GP’s de Mónaco y Bélgica, pero pareció enderezar el rumbo en el Gran Premio de Holanda en Zandvoort.
En clasificación logró el noveno puesto, igualando la posición de largada que había conseguido en Montecarlo. En la carrera avanzó hasta el séptimo lugar, pero en la vuelta 23ª ocurrió un desastre: entró pasado a una curva, se despistó, pegó violentamente contra el guar-rail y su auto se prendió fuego. Courage tenía 28 años…
Williams le cedió el De Tomaso 505/38 a su compatriota Brian Redman, que no logró clasificarse para los GP’s de Gran Bretaña y Alemania. Luego fue el turno del australiano Tim Schenken, quien largó las cuatro GP’s siguientes -Austria, Italia, Canadá y Estados Unidos-, pero no terminó ninguo.
Debido a la muerte de Courage y a la falta de resultados, el Frank Williams Racing Cars desistió de presentarse al Gran Premio de México, la última fecha de la temporada. Mientras que Alejandro De Tomaso, muy afectado por la tragedia, jamás volvió a construir un auto de Fórmula 1.