Durante los primeros años de la década de 1930 las radios y los periódicos de Estados Unidos no hacían más que hablar de las andanzas de una banda de malhechores que robaban tiendas, estaciones de servicio y algún que otro banco. Este grupo de criminales que azotó el sudoeste norteamericano estaba liderado por una pareja de veinteañeros: Bonnie Parker y Clyde Barrow.
Bonnie había nacido el 1 de octubre de 1910 en Rowena, Texas, como la segunda de los tres hijos de Emma y Charles Parker. Su padre murió cuando ella tenía 4 años y su madre regresó con sus hijos a la casa de sus padres en un barrio humilde de Dallas.
Asistió a la escuela local, donde fue una estudiante modelo, destacando en literatura y poesía. En el instituto conoció a Roy Thornton y se casó con él con tan solo 16 años. Pero su joven esposo resultó ser un precoz maltratador y delincuente y el matrimonio fracasó. En 1929, Thornton fue condenado por robo a 5 años de prisión. Mientras que Bonnie regresó a casa de sus abuelos y nunca se volvieron a ver.
Trabajando de camarera, conoció a Clyde en enero de 1930 a través de un amigo en común. Barrow, que había nacido el 24 de marzo de 1909, era el quinto de siete hermanos en otra humilde familia texana. Ya en ese entonces había sido condenado a 14 años de presión por robo de vehículos…
Bonnie y Clyde se enamoraron a primera vista. Tal fue el flechazo que la jovencita no dudó en ayudar a escapar a su novio de la cárcel de Eastham State Farm, una de las peores de Estados Unidos en aquella época. La libertad de Clyde duró solo una semana ya que fue capturado nuevamente.
Pese a su condena obtuvo la libertad condicional en 1932. Poco tiempo antes de obtenerla se había cortado apropósito el dedo gordo de un pie para evitar realizar los trabajos forzados. Por esta lesión cojeaba al caminar y debía sacarse los zapatos para conducir.
Con Clyde nuevamente en la calle, Bonnie no dudó en sumarse a su banda e iniciar así su propia carrera delictiva que también la llevó a prisión, aunque estuvo poco tiempo al declarar que había sido secuestrada por Barrow y obligada a robar…
A partir de ahí la vida de Bonnie y Clyde transcurrió entre robos, tiroteos, asesinatos, breves estadías en la cárcel y persecuciones a toda velocidad, para lo cual utilizaban los vehículos más potentes de la época. Siempre elegían aquellos de gama media que no llamaban la atención mientras estaban estacionados. Los favoritos de Clyde eran el Pontiac 603 Touring “Silver Streak” y, sobre todo, el Ford V8 Modelo B.
El primero contaba con un motor de 8 cilindros y 3.6 litros que entregaba 84 CV. El segundo llevaba un motor Flathead de 3.3 litros y una potencia de 85 CV. En su momento ambos eran los más rápidos del mercado con una velocidad máxima que superaba los 110 km/h.
Barrow no solo era un asesino sin escrúpulos, sino que también se destacaba por ser un temerario conductor. Sentía especial fascinación por los Ford y hasta le llegó a escribir una carta a Henry Ford para felicitarlo por sus autos…
“Muy señor mío:
Mientras tenga aire en mis pulmones le seguiré agradeciendo el coche tan genial que usted ha fabricado. Cuando he tenido que escapar con uno, he conducido exclusivamente coches Ford V8.
Por su alta velocidad sostenida y su capacidad de librarme siempre de los problemas, Ford ha conseguido lo que ningún otro coche. Aunque mi profesión no sea estrictamente legal, no le hará ningún daño a nadie que yo le diga qué gran coche tiene usted en el V8.
Sinceramente suyo
Clyde Champion Barrow”.
En 1934 las andanzas de la pareja llegaron a su fin. En enero de ese año ayudaron a escapar a unos presos que iban a formar parte de su banda. Allí murió un guardia y eso le dio al estado de Texas y al gobierno federal el poder absoluto para llevar a cabo la caza de Bonnie y Clyde.
Así fue que el 23 mayo seis agentes federales provistos de armas automáticas los emboscaron en una carretera secundaria cerca de Bienville Parish (Louisiana). En un salvaje tiroteo la pareja murió en el interior de un Ford V8 Sedan con acabados de lujo que habían había robado un par de días antes en Topeka.
Ese auto se encuentra en la actualidad en la recepción del Casino “Whiskey Pete” de Primm (Nevada), a unos 60 kilómetros al sur de Las Vegas. Y en su carrocería pueden contarse los 167 orificios de bala que acabaron con las vidas de Bonnie Parker y Clyde Barrow, dos enamorados, pero peligrosos delincuentes que en su raid delictivo mataron a más de 20 personas.
