
De todas las transformaciones industriales de la era moderna, pocas han sido tan drásticas, tan simbólicas y, a la vez, tan necesarias como la de convertir al Mustang en un auto eléctrico. Es como si alguien decidiera hacer vegetariano al T-800 de Arnold Schwarzenegger y, contra todo pronóstico, saliera bien. Porque el Mustang Mach-E GT Performance no es una tibia adaptación: es un golpe de efecto. Y Ford lo sabe.
Bajo la silueta fastback que remite al linaje original, se esconde un crossover que parece salido de una fábrica de ciencia ficción. Una criatura 100% eléctrica que reniega del V8, pero se queda con todo lo demás: la agresividad, la aceleración bestial, el ADN deportivo. Y aunque no lo dice a los gritos, lo deja claro en cifras: 487 CV, 860 Nm de torque, 0 a 100 km/h en 3,7 segundos. No hace falta más para entender que esta máquina no vino a pedir permiso.
EL CROSSOVER QUE JUEGA A DOS PUNTAS
La apuesta no es menor. Ford metió al Mustang en la licuadora de la electromovilidad y salió un crossover que mantiene el alma del pony car pero con cerebro de algoritmo. Por fuera, el resultado es una especie de cyber-stallion: parrilla cerrada, nariz afilada, luces traseras con las tres barras verticales (un guiño a los clásicos), y una línea de techo que fluye como si el viento fuera parte del diseño.
Adentro, lo minimalista se impone como dogma. No hay perillas, ni relieves innecesarios, ni promesas vintage. Lo que hay es una pantalla táctil tipo tablet de 15,5 pulgadas, plantada en el medio como tótem de la modernidad, acompañada por un tablero digital de 10,2”. Y si faltaba algo para reforzar la experiencia, el techo panorámico más grande que Ford haya instalado jamás aporta no sólo luz natural sino una sensación de amplitud envidiable, con un revestimiento especial que bloquea rayos UV e infrarrojos. Detalles que importan.
EL FRUNK: BIENVENIDOS AL ESPACIO-TIEMPO PARALELO
Ahí donde debería estar el V8 -el que rugía como una bestia salvaje en las películas de los ’60- ahora hay un baúl. 139,5 litros de capacidad que no solo sorprenden, sino que también se lavan. Literalmente. El frunk (front trunk o baúl delantero) viene con drenaje, como si alguien hubiera dicho: “hagamos esto práctico, ya que estamos rompiendo paradigmas”.
El dato no es menor. Si se le suma el baúl trasero de 402 litros, se alcanza una capacidad total que rivaliza con la de muchos SUV compactos. Pero con el detalle extra de que uno de esos compartimentos está donde antes vivía el motor. El progreso, a veces, tiene sentido del humor.
EL ONE-PEDAL-DRIVE COMO MANTRA ZEN
Hay sistemas que cambian la forma de moverse. El One Pedal Drive es uno de ellos. En lugar de acelerar con un pie y frenar con el otro -como se hizo toda la vida-, este Mustang permite conducir usando un solo pedal. Se presiona para avanzar, se suelta para frenar. Nada de cajas de cambios. Nada de fricción. Solo física aplicada a la eficiencia.
Y si bien este tipo de conducción no es exclusivo del Mach-E, en este caso se adapta al temperamento del vehículo, permitiendo incluso ajustar su sensibilidad dependiendo del modo de manejo seleccionado. Una experiencia distinta. No necesariamente mejor o peor, pero sí revolucionaria.
541 KILÓMETROS SIN PASAR POR UN SURTIDOR
Para los escépticos, los datos son claros: autonomía de hasta 541 kilómetros bajo protocolo WLTP (conjunto de pruebas que mide el consumo de combustible y las emisiones de CO2 de los vehículos). En otras palabras, el Mach-E GT Performance puede recorrer Buenos Aires-Mar del Plata de un tirón y todavía tener energía para buscar medialunas. Y para el uso diario, Ford estima que con dos recargas de tres horas por semana basta para cubrir un uso promedio de 90 km diarios.
El proceso, además, es razonablemente amigable: en casa se carga con el Ford Mobile Wallbox de 7 kW, mientras se duerme, se cena o se mira un capítulo más de cualquier serie escandinava. Y para viajes más extensos, la alianza con YPF Punto Eléctrico permite acceder a carga rápida en una red que sigue expandiéndose, como toda buena tendencia.
Todo se puede monitorear desde el celular con la app FordPass. Programar la carga, consultar el estado de la batería, ver alertas. El auto es un electrodoméstico con ruedas, pero uno que acelera más que el 80% de los deportivos a combustión.
MUSTANG, AUNQUE LES DUELA
El verdadero plot twist del Mach-E GT Performance no está en su motor eléctrico, ni en su diseño rupturista, ni siquiera en sus prestaciones. Está en su identidad. Porque sigue siendo un Mustang. Uno sin rugido, pero con carácter.
La combinación de tracción total eAWD, dos motores eléctricos, suspensión adaptativa MagneRide y frenos Brembo hacen que este crossover se mueva con la precisión de un bisturí y la violencia de un uppercut. Su coeficiente aerodinámico de 0.292 y su bajo centro de gravedad permiten una estabilidad que contradice su altura. Y su aceleración instantánea no deja lugar a dudas: este no es el fin del Mustang. Es su reinvención.
Ford lo sabe. Por eso lo defiende. “Es el único vehículo eléctrico que es un Mustang”, dice Gastón Galdeano, Gerente de Producto de Ford Argentina. Y ahí está el núcleo del asunto. No es solo marketing. Es una decisión conceptual. Una declaración de principios. Porque si hay algo que puede sobrevivir al Apocalipsis de la combustión interna, ese algo es un Mustang. Aunque ya no haga ruido.