“¿Qué me acuerdo de aquellas carreras? Mirá, fue una época que me dio mucha felicidad”. Benedicto Caldarella se traslada en el tiempo a pedido de Automundo y vuelve al pasado, un pasado que lo llena de alegría, un pasado que siempre recuerda con mucho cariño. Chiche, como todos lo conocen, fue uno de los grandes pilotos que tuvo la Argentina. Y no solo se destacó en el motociclismo, donde se cansó de ganar carreras y campeonatos; sino también sobre cuatro ruedas, como lo demostró en su paso por el Turismo Carretera y la Fórmula 2 Europea.
Su máxima alegría deportiva llegó sobre una moto, su gran pasión. Fue el 14 de octubre de 1962 cuando ganó la carrera de 500 cm3 del Gran Premio de Argentina. Ese triunfo fue el segundo y último de un compatriota en el país y en la categoría mayor. La breve racha que inició Jorge Kissling, vencedor del GP argentino de 1961.
“En aquella época los que tenían motos eran los tipos grandes de cierto poder adquisitivo. El grupo de pilotos que corrió en aquellas primeras carreras, tanto la fecha fuera del Mundial de 1960, como las otras tres ediciones, éramos jóvenes veinteañeros. La mayoría, como Jorge Kissling, los hermanos Salatino y yo, heredamos el gusto por las motos de nuestros padres”, relata Chiche.
Para Caldarella y sus contemporáneos era sorprendente tener la posibilidad de correr en una fecha mundialistas. “¡Imaginate! Estábamos compitiendo contra los tipos a los que solo veíamos en fotos a través de las revistas. Teníamos la posibilidad de codearnos y aprender de los mejores del mundo. Me acuerdo de aquella carrera de 1960, por ejemplo. Varios italianos no pudieron competir porque sus motos no salieron a tiempo de la aduana, pero igual se quedaron mirando la carrera desde el palco. La competencia la gané yo y todos esos pilotos, entre los que se encontraban varios famosos como Alfredo Milani, Umberto Masetti y Nello Pagani, vinieron a felicitarme. Para mi era algo increíble”.
La alegría del triunfo se repitió dos años después con una Matchless, pero esta vez por los puntos. Y como para darle emotividad a aquel éxito del GP de la Argentina de 1962, sus escoltas también fueron argentinos: los hermanos Jorge y Eduardo Salatino (sobre sendas Norton). “Corríamos con motos carrera cliente, que no eran como la de los europeos. Pero así y todo, tenían que esforzarse para ganarnos. Con los resultados que logramos en esos Grandes Premios de la década de 1960 le mostramos al mundo que en la Argentina había buenos pilotos”, resume Caldarella, quien tiempo después exhibió su talento en el Viejo Mundo y Estados Unidos.
Durante su descripción, Chiche también se acuerda de las tribunas del autódromo de Buenos Aires, que en ese entonces fue escenario del GP argentino. “Estaban repletas, era impresionante. Corríamos en el circuito Nº 2, con la Horquilla larga. Así que cuando pasábamos por la recta principal, veníamos a más de 200 km/h. La gente nos veía pasar y deliraba”. Y agrega como epílogo: “Fue todo muy lindo. Más cuando veíamos en las revistas internacionales que nosotros también estábamos en las fotos junto a los grandes”.