Bentley es una de esas marcas que ha conseguido ser sinónimo de lujo y deportividad. Pero lograrlo no fue algo sencillo, como se puede apreciar al recorrer sus cien años de historia.
Walter Owen Bentley creó Bentley Motors en 1919, pero no fue hasta 1921 que vendió su primer coche. La joven empresa presentó su primer chasis con motivo del Salón de Londres de 1919, pero terminó el motor dos años después.
Se trataba de un impulsor de tres litros diseñado por el ingeniero militar Clive Gallop y que servía tanto para adaptarse a una elegante berlina como para correr con éxito en Brooklands, Tourist Trophy… o Indianápolis.
A mediados de los años 20, W.O. Bentley encontró un socio que le permitió dar el empujón definitivo. Se trató de Woolf Barnato, uno de sus acaudalados clientes que le aportó a la mara prestigio internacional y la introdujo en la competición logrando ganar las 24 Horas de Le Mans.
El emblemático fabricante británico dominó la prueba entre 1927 y 1930. En esa época, los Bentley 4,5 litre y Speed Six configuraban su oferta.
En 1931, tras la crisis de 1929 que dio origen a la Gran Depresión, Bentley fue adquirida por Rolls Royce y bajo su tutela se alejó de las carreras. Se convirtió, como la marca matriz, en la máxima representación del lujo pero, como seña de identidad, siempre con aires de deportividad.
Lanzó en aquella época el Mk VI, el primer Bentley carrozado de serie (hasta entonces eran vestidos por distintos carroceros, principalmente Mulliner). En 1952 le sucedió el R Type, que sirvió de base para el refinado coupé de altas prestaciones Continental, su modelo más famoso en aquella etapa.
A finales de la década del ’70, Rolls Royce también tuvo dificultades financieras, que fueron salvadas por la nacionalización y, en 1980, por la empresa aeronáutica Vickers.
La nueva propietaria de Bentley volvió a darle una identidad propia, con modelos como el Mulsanne y versiones actualizadas del Continental, Brooklands y Turbo. Pero su fabricación semi artesanal no resultó rentable. Y fue entonces cuando el Grupo VW se hizo cargo de Bentley.
A partir del 2003 sus nuevos dueños alemanes optimizaron su producción y modernizaron la gama aplicando su avanzada tecnología. Pero siempre conservando intacta la filosofía con la que W.O. Bentley y W. Barnato dotaron a sus productos desde su nacimiento. También volvieron a la competición, y a su prueba fetiche, las 24 Horas de Le Mans, donde lograron su sexta victoria.
La sede de Bentley sigue en Inglaterra, en Crewe, aunque también utiliza otras factorías del Grupo VW para su producción. Siempre con el sello de la exclusividad, la máxima tecnología, el lujo, la deportividad y el diseño, que se plasma en los actuales Mulsanne, Continental GT o Bentayga.