Nadie duda que el autódromo de Buenos Aires es “el” coliseo del deporte motor en la Argentina. Algo que se ha ganado gracias a ser testigo de muchas gestas deportivas, como los Grandes Premios de Fórmula 1, las carreras del Mundial de Motociclismo e incluso del Mundial de Sport. A eso se suma su papel relevante en el desarrollo del automovilismo argentino.
Durante muchos años su historia se mansillo por la falta de mantenimiento y financiación, que llegó a ser tal que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires pensó en lotearlo. Afortunadamente, la postura de los gobernantes cambió y hoy poco a poco se trabaja para conseguir el resplandor de antaño.
Hoy el Hermanos Gálvez está escribiendo un nuevo capítulo en su vida en un contexto mundial complicado por el coronavirus. Es uno de los dos escenarios del país en los que se han hecho carreras (el otro es el autódromo de San Nicolás) con todo lo que eso significa para una industria golpeada económicamente por falta de actividad.
Es verdad que durante la primera fecha del torneo del Súper TC2000, que ganó Agustín Canapino, le falto el colorido propio de las tribunas llenas y la gente paseando por los boxes. Pero eso que parece una consecuencia del COVID-19 puede ser una fortaleza para rendirle tributo a semejante coloso repleto de lugares emblemáticos como la estatua del ciervo -sí el que le dio nombre a la “ese”-, que hoy está medio escondido cerca del legendario Arco del ingreso principal.
También está la fuente coronada con un monumento de un caballo que está frente a las oficinas principales (ahora está tapada, a la espera de ser refaccionada), la platea que en algún momento fue visitada por diferentes personalidades de la vida social y política del país o el túnel que pasa por debajo de la recta principal y en el que actualmente hay cuadros que repasan momentos épicos.
Pero existe un lugar que, en este contexto del coronavirus, bien podría ser utilizado: el podio que está frente a la platea y que da espalda a los boxes. Es el mismo que alguna vez pisaron Juan Manuel Fangio y Carlos Reutemann, dos de los máximos exponentes del automovilismo argentino, y otras grandes leyendas del deporte.
Sin el público que pueda entorpecer una ceremonia de premiación como indican los estándares de las transmisiones de TV de hoy en día, no hay otra cosa que pueda impedir su utilización en algunas de las carreras que se vendrán.
Sería una linda manera de rendirle tributo a ese autódromo que ayudó a ser grande al automovilismo argentino. No es algo difícil de concretar, aunque solo aquellos que desandaron sus pistas y visitaron sus tribunas para alentar a sus ídolos lo respetan como lo que es: un pedazo grande de historia y no solo un lugar para hacer carreras…