Desde que se lanzó en el mercado argentino, el Chevrolet Cruze se convirtió en referente del segmento C. Este vehículo se construye en el Complejo Automotor de Álvear, que entre 2014 y 2016 recibió una inversión de 740 millones de dólares para hacerle frente a la producción del modelo y también de los motores 1.4 turbo que equipa a la última generación.
A poco de más de un año de su lanzamiento ya se llevan producidos más de 50.000 unidades de Cruze y 28.000 impulsores en un renovado sector que cuenta con la tecnología necesaria para hacer el maquinado de la tapa de cilindros, del block y el ensamblado completo. Estas plantas motrices tiene tres versiones: la naftera que se utiliza en nuestro país, una flex (alcohol y nafta) que se exporta a Brasil y otra adaptada al gas natural comprimido para Gran Bretaña.
A partir de 2020, y gracias a otra inversión de 500 millones de dólares, el Complejo Automotor de Rosario tendrá más trabajo ya que se confirmó que se comenzará a producir otro nuevo modelo.
Tuve la posibilidad de visitar la planta y ver detenidamente le proceso de construcción de los Cruze, algo que resulta fascinante. Todo comienza en el sector prensas en el que, a través de dos líneas completamente automatizadas, se les da forma a las chapas para crear las diferentes piezas que luego compondrán el vehículo.
Esas piezas estampadas luego son llevadas a la línea principal donde son ensambladas por operadores y robots de soldadura de alta tecnología, armando la estructura de la carrocería que luego es controlada minuciosamente bajo la exposición de luces especiales y con cámaras de alta precisión.
Al final de esta línea, las unidades son enviadas por túneles al sector de pintura. Primero son sometidas a un proceso de protección, anticorrosión y sellado y luego se las pinta con un sistema robotizado de pulverizado. Como último paso las carrocerías pasan por hornos de cocción para garantizar la protección y el sellado del color.
De allí los autos llegan al sector de ensamble. Se les colocan las butacas, parabrisas, tapicería y demás piezas para luego ser llevadas a la línea de mecánica, en donde se instalan las cañerías, el tanque de combustible y, con un sofisticado equipo de última generación, se ensamblan el motor, el eje trasero y el caño de escape al mismo tiempo.
Posteriormente, se cargan los fluidos y gases, se montan las ruedas y el auto ya está preparado para someterse a las pruebas finales, ser enviado a un concesionario oficial y esperar a su feliz dueño.