El 30° aniversario de la Misión Argentina con los Torino a las 84 Horas de Nürburgring, que se celebraron en agosto de 1999, encendió la chispa para tener una carrera similar en la Argentina, algo que jamás se había intentado. La idea fue del periodista Carlos Alberto Legnani hijo (Campeones), quien se la transmitió a Martín Salaverry, en aquel entonces responsable del autódromo de Buenos Aires.
La propuesta era sencilla: permitir la participación de todo aquel que quisiese vivir la experiencia, ya sea un piloto amateur o un profesional y sin importar el tipo de vehículo. Así se le dio forma a las 84 Horas de la República Argentina, que se realizaron en el circuito N° 12 del escenario porteño entre el 23 y el 27 de febrero de 2000.
Esta competencia de largo aliento causó un verdadero revuelo en el ambiente tuerca. Tal es así que participaron la mayoría de los pilotos en actividad y otros que hacían tiempo que no competían.
La lista de los pilotos activos incluían a Juan María Traverso, Ernesto Bessone, Rubén Luis Di Palma, que compitió en compañía de sus hijos José Luis, Marcos y Patricio; Gabriel y Juan Pablo Raies, Gustavo Der Ohanessian, Oscar Larrauri, Cocho López, Luis Soppelsa y Emiliano Spataro, entre otros. Mientras que en el grupo de los que desempolvaron el buzo se destacaban Cacho Franco, Néstor García Veiga, Ángel Monguzzi, Carlos Garro, Juan Yannantuoni, Francisco Mayorga, Daniel Mustafá, Alfredo Pisandelli y Rubén Daray.
Como no había restricciones para los autos con los que se podía competir se decidió que la mejor manera de equipararlos era a través de un handicap de una vuelta por cada HP de potencia menos respecto al más potente.
Esto permitió tener un parque variado que incluyó a un Fiat 600, que largó con más de 100 vueltas de ventaja; a un viejo Peugeot 403 de 1961 y a un Torino 380W, que tenía el plus de ser compartido por los integrantes del clan Di Palma y que fue el referente en cuanto a potencia con sus 151 HP de los 176 con los que salió de fábrica. Por supuesto que también había modelos más modernos como Peugeot 306, Audi A3, Toyota Corona, Chevrolet Corsa y Daewo Nubira. La mayoría eligió la motorización diésel porque permitía una menor cantidad de detenciones para recargar combustible.
Para otorgarles mayor seguridad a los coches, todos estaban provistos de una estructura tubular, que en algunos casos era desmontable; butacas con cinturones de cinco puntos y extintores.
En el Reglamento Particular de la Prueba se determinó, además, que los participantes debían cumplir vueltas por bloques horarios y que habría una neutralización con un auto de seguridad una vez por hora para permitir que los coches detenidos vuelvan a los boxes sin considerar eso como ayuda externa.
Estas 84 Horas de la República Argentina causó tanto revuelvo que a la largada simbólica, que se realizó el 23 de febrero por la noche frente a la sede del Automóvil Club Argentino, estuvo presente el Dr. Fernando de la Rua, entonces presidente del país. Desde el ACA los autos, que fueron vitoreados por más de mil personas, se fueron hacia el autódromo para comenzar la aventura de tres días y medio de duración a la 1 del 24.
El desafío sedujo a más de medio centenar de equipos, que por reglamento debían estar compuestos por cuatro pilotos titulares y un suplente. Cada conductor no podía conducir ni menos de dos horas ni más de cuatro. En total hubo 245 corredores. A 4.000 dólares por “casco” se recaudaron 980.000 dólares…
Entre las tripulaciones se destacaban, obviamente, la de los Di Palma con el Torino propiedad del empresario Marcelo Argüelles. También captaban la atención la comandada por el Flaco Traverso y que integraban Gustavo Der Ohanessian, Nicolás Iglesias y Martín Menem, sobrino del ex presidente, sobre un Corona; y la compuesta por Tito Bessone, el Negro Monguzzi, Soppelsa y Mustafá sobre un Audi A3. Con un auto similar también corrieron los Raies, Miguel Ángel Guerra y Luis Pérez Companc.
Peugeot y Alfa Romeo fueron de las pocas marcas que tuvieron sus equipos oficiales. El León alistó dos 306. En uno se alternaron Spataro, el brasileño Cacá Bueno, Marcelo González y Juan Pisandelli y en el otro cuatro veteranos: el Nene García Veiga, el Pájaro Garro, Paco Mayorga y Alfredo Pisandelli. Mientras que la marca italiana presentó un 156 para Cocho López, Larrauri, José Bianchi y el presidente de Fiat, Cristiano Ratazzi, uno de los tres participantes que corrió en las 84 Horas de Nürburgring de 1969 (los otros fueron el Loco Di Palma y Cacho Franco).
Durante los días de la competencia los boxes del autódromo porteño se convirtieron en dormitorios en los que descansaban los pilotos y los mecánicos que preferían estar cerca de la acción. Si bien había motorhomes, algunos como Traverso preferían irse a su casa y aparecer pocos minutos antes de su turno de conducción.
Público no hubo demasiado, pese a la magnitud del evento (la entrada tuvo un valor de 5 pesos por día o 10 para todas las jornadas). Aunque sí hubo algo de gente el domingo 27 cuando se bajó la bandera de cuadros después de completarse 10.603 kilómetros.
La victoria quedó para el cuarteto integrado por Bessone, Monguzzi, Soppelsa y Mustafá, que dominó la prueba sin grandes sobresaltos. “La clave del triunfo, además del gran auto que tuvimos, fue que todos respetamos el plan trazado, que era realizar una marcha regular para que el auto no sintiera los cambios de pilotos”, contó Tito tras bajar del podio. Un dato no menor: el Audi con el que corrieron era el auto particular de Soppelsa.
El segundo escalón del podio quedó para Martín Salaverry, Néstor y Federico Carnevallino y Carly Cura, con un Daewo Nubira 2.0; y el último escalón para Cocho López, Larrauri, Bianchi y Ratazzi, tras una gran labor del ex piloto de Fórmula 1 en la última hora. De los 52 anotados, tomaron parte 49 tripulaciones y 39 llegaron a la meta.
En plena disputa de las 84 Horas de la República Argentina surgió la idea de crear un campeonato de resistencia, que en principio iba a contar con varias carreras de 12 y 24 horas, pero solo se disputaron un par. Incluso diez años después se intentó reflotar esta prueba, pero no causó el entusiasmo deseado y todo quedó en la nada.
Hoy estas 84 Horas parecen una locura, de esas que a uno le gustaría que se repita seguido…