Hay imágenes que la memoria colectiva jamás olvida. Una de ellas casi siempre sucedió en una cancha de fútbol y tuvo como protagonista a Diego Armando Maradona. ¿Quién no lo recuerda entrando a estadio levantando los brazos para saludar a las tribunas al son de “Diego, Diegooo”? En 2008, en oportunidad del Rally de Argentina del Mundial de Rally, ese ritual se repitió, aunque en un lugar distinto: el parque de servicio de Villa Carlos Paz.
El legendario 10 fue invitado por Citroën Argentina para subirse en la butaca derecha del Citroën C4 WRC del francés Sébastien Loeb, estrella del equipo oficial de la marca del doble chevrón. La prueba tuvo lugar durante el shakedown, donde los pilotos probaron sus autos antes de comenzar la competencia.
Una multitud se reunió en la carpa del equipo francés y con una ovación de fondo, Maradona volvió a saludar a su público aunque esta vez enfundado en un ajustado buzo rojo. Ni bien se sentó en la butaca derecha del C4, Diego se acomodó, dejó que le ajustaran el cinturón y se preparó para encarar con Seb los casi cuatro kilómetros del tramo Villa García-Cabalango.
El diálogo entre los astros fue limitado. “Diego solo habla español y yo francés e inglés. Así que como pude le expliqué cómo funcionaba el auto”, dijo Loeb, que confesó que sabe muy poco del fútbol aunque conocía a Maradona por su fama mundial.
Cuando Maradona se bajó del C4, le brillaban los ojos de la emoción. “Fue algo increíble. Además, era una delicia verlo manejar. Había muchos lugares ciegos y no aflojaba. Yo pensaba: ‘acá salimos disparados’. Me hizo sentir muy cómodo, como si yo estuviera detrás del volante”, contó el ex futbolista, que en una oportunidad vio en vivo y en directo ganar al francés en un Rally de Montecarlo. “Después de esto, debo ser uno de los más envidiados en todo Córdoba porque estuve al lado de este tipo que es un pura sangre”, agregó.
Diego también aseguró que le impresionó la técnica de manejo de Seb. “Tiene gran tranquilidad. Aceleró en los lugares correctos y no se equivocó en nada. Lo hizo con una ductilidad que sorprende. Pensé que la iba a pasar mal, pero cuando me senté y lo vi, me quedé tranquilo”.
No fue la primera vez que Maradona tuvo contacto directo con el automovilismo. Años antes se subió a un TC como acompañante de Oscar Aventin y a un auto de rally con Gabriel Raies. Incluso casi prueba, en 1987, un Williams de Fórmula 1, aunque tuvo que desistir por un compromiso futbolístico: “Había un argentino que conocía a gente del equipo. Estaba todo listo para la prueba, pero la cancelé porque tuve que jugar por la Copa Italia. Después no surgió nuevamente la oportunidad”.
Maradona les dejó a los miembros del equipo camisetas de la selección argentina con su firma como recuerdo. Y él se llevó el suyo: el buzo con la firma de Loeb en el lado derecho. “Sabía que Sébastien era muy bueno, ahora sé que es fantástico”, tiró antes de dejar el parque de servicio con una sonrisa de oreja a oreja.