La idea del coche eléctrico o la tecnología hibrida no es una inquietud reciente. De hecho, muchísimos años antes de que el auto se patentara como invento, ya se habían probado con éxitos rudimentarias máquinas con estas características.
Creado por el escocés Robert Anderson, el primer auto eléctrico rodó entre 1832 y 1839 y estaba equipado con una celda no recargable. Con posterioridad hubo otras invenciones bien documentadas, como el ciclomotor del austríaco Frank Kravogl en 1867 o el triciclo que en 1881 presentó Gustave Pierre Trouvé, un ingeniero francés muy reputado en la época por sus innovaciones en el campo de la electricidad. En cualquier caso, todas estas creaciones fueron antes de que Karl Benz patentara su Motorwagen en 1886 dando el puntapié de la industria automotriz.
Y si hablamos de híbridos, el Lohner Porsche de 1898 creado por Ferdinand Porsche fue la primera máquina de este tipo. Se trataba de un triciclo Stanley que estaba equipado por un impulsor a petróleo y motores eléctricos Siemens con un acumulador de energía de su propia invención.
Las mejoras se sucedieron a la velocidad de la luz. En 1899 el Lonher-Porsche también fue el primer 4×4 ya que una de sus versiones contaba con un motor eléctrico en cada rueda alimentado por baterías y combinaba la propulsión con el impulsor térmico.
El interés por los coches eléctricos continuaría un par de décadas más hasta que se vieron superados en prestaciones, costos y, sobre todo, en autonomía por los automóviles con motores de explosión.
Recién en 1973 la crisis del petróleo avivó algunas voces de expertos y organismos independientes apostando por energías alternativas. Aunque los reclamos fueran vistos más como una cuestión estratégica, de no dependencia energética, que como un convencimiento ecológico, indujeron acciones a favor de una movilidad más sostenible.
Programas como el Electric and Hybrid Vehicle Research (1976) de las autoridades federales de Estados Unidos fueron un paso en esa dirección. Las Big Three (GM, Ford y Chrysler), entonces volcadas en la mejora del rendimiento de los motores térmicos, recogieron con desigual interés el desafío. Del otro lado del mundo Toyota asumió el liderazgo en la investigación y veinte años después recogió los frutos con el lanzamiento en 1997 del Prius, primer hibrido comercializado a escala mundial.
TESLA Y EL REGRESO A LAS FUENTES
Ya en Siglo XXI los automóviles eléctricos, especialmente, han tomado nuevo impulso y en buena medida gracias a Tesla, una empresa que ni siquiera existía cuando se ingresó al nuevo milenio.
Elon Musk, un físico, emprendedor, inventor y magnate de origen sudafricano y nacionalizado canadiense y estadounidense, fundó esta compañía en 2003 avizorando que el futuro de la movilidad estaba en la electricidad. Su propuesta fue rápidamente aceptada y lo convirtió en referencia en un segmento en el que poco a poco se fueron introduciendo los grandes -e históricos- jugadores. Hoy todas las marcas legendarias como Ford, Chevrolet, Peugeot, Renault, Mercedes-Benz, BMW, Audi, VW, Porsche, por nombras algunas, tienen modelos eléctricos.
Para romper con los mitos sobre las prestaciones de los vehículos eléctricos, Musk decidió que el primer modelo de su compañía fuera un deportivo para demostrar que la electricidad también podía ser divertida. Así llegó en 2008 el Roadster, que además fue pionero en el empleo de baterías de Ion-Litio con autonomías de más de 300 kilómetros por carga.
Al Roadster le siguieron el Model S (2012), el Model X (2015), el primer SUV de la compañía; y el Model 3 (2017). En 2020 comenzó la fabricación del Model Y; mientras que para 2021 entrarán a producción la segunda generación del Roadster y la imponente Cybertruck.
En la actualidad, los Tesla usados están muy valorados en el mercado. Tal es así que según un informe de iSeeCars.com, el Model 3 es el modelo que más rápido se ha vendido en el periodo marzo y junio con una media de 29,3 días dejando atrás a otros vehículos como el BMW X6 con 43 días. En el listado también se destaca el Modelo S, décimo en el ranking, con 50,7 días de media.
LOS PAÍSES, GRANDES ALIADOS
Retornando al repaso histórico, el reencuentro masivo del consumidor con el coche eléctrico o provisto de tecnología híbrida llegaría en 1990 cuando las autoridades de California alarmadas por el smog de las megápolis activaron un conjunto de medidas a favor de los coches de bajas emisiones. Así nació el programa que le exige a las marcas producir y comercializar modelos de cero emisiones.
En Europa la sensibilidad por un transporte personal más sostenible lo lideran en la actualidad los países escandinavos, siendo Noruega el aliado de la electrificación del parque móvil.
Los compromisos políticos de su gobierno (prohibieron la comercialización de vehículos diésel y gasolina a partir de 2025) y unas generosas bonificaciones fiscales, además de ventajas en la circulación diaria para los usuarios de vehículos eléctricos, explican que el 75% de nuevas matriculaciones correspondan a vehículos eléctricos puros o híbridos en cualquiera de sus modalidades (hibrido, hibrido enchufable o de autonomía extendida).
En este contexto de sensibilidad medioambiental generalizado que arranca compromisos políticos y protocolos anticontaminantes más severos, la industria se ha visto forzada a añadir una nueva mirada estratégica en sus planes de futuro si quiere ver sus coches transitando por las calles de cualquier ciudad.
DE LA TIERRA A LA LUNA
El primer coche que circuló fuera de la Tierra y llegó a la Luna a bordo de la nave Apolo 15 el 31 de julio de 1971 fue el LRV001 (Lunar Roving Vehicle). Un año después Neil Armstrong, en la misión Apolo 16, se llevó otro. No eran unos coches cualquiera, el LRV era un vehículo muy funcional, eléctrico 100%, impulsado por cuatro rotores, uno en cada rueda, siguiendo los principios del vehículo eléctrico Lonher-Porsche diseñado tres cuartos de siglo antes. Nunca antes unos vehículos conducido por el hombre había ido tan lejos.