El accidente de Joaquín Ochoa durante la final del TC Pista en el Autódromo de Posadas el último domingo ha vuelto a poner en evidencia las deficientes medidas de seguridad que prevalecen en el circuito misionero. Este incidente no solo resalta la negligencia en la implementación de normas de seguridad adecuadas, sino también la aparente indiferencia de la Asociación Corredores Turismo Carretera (ACTC) hacia la integridad de los pilotos y los espectadores.
El accidente ocurrió al llegar a la curva 5, cuando el auto de Ochoa se despistó debido a la pista mojada. El vehículo descontrolado impactó contra un talud de tierra, “protegido” por una fila de gomas que claramente no cumplen con los estándares de la Federación Internacional del Automóvil (FIA).
Según las normativas de la FIA, estos neumáticos deben ser del mismo tipo, enzunchados y protegidos con una red. Sin embargo, en Posadas, esta medida de seguridad crítica fue ignorada, lo que permitió que algunas gomas volaran por encima de una pequeña pared y llegaran a la calle de acceso al predio, a pocos metros de un grupo de personas que observaban la carrera desde fuera del autódromo.
LA HISTORIA SE REPITE
Lo más alarmante es que este no es un caso aislado. En 2022, durante la final del TC Pista Mouras, Nicanor Santilli Pazos sufrió un accidente similar en la misma curva. Su vehículo, tras experimentar problemas en los frenos, siguió de largo y chocó de frente contra el talud, lanzando los neumáticos al aire con el mismo riesgo de causar daños a personas al otro lado del paredón.
Que dos incidentes tan similares ocurran en el mismo lugar con tan poca diferencia de tiempo es un claro indicio de que no se han tomado las medidas necesarias para mejorar la seguridad del circuito.
UNA AMENAZA IGNORADA
Esta situación no puede ni debe ser pasada por alto ni tomada a la ligera. Es alarmante y preocupante que, después del accidente de Santilli Pazos hace tres años, no se haya implementado ninguna mejora significativa en las medidas de seguridad del autódromo. Esto pone de manifiesto la impericia de quienes tienen la responsabilidad de verificar y aprobar los circuitos para su uso en competencias teceístas.
La falta de acción después del primer accidente sugiere una peligrosa tendencia a priorizar acuerdos económicos sobre la seguridad de los pilotos y espectadores. La ACTC, que aspira a ostentar el poder deportivo en Argentina, parece haber relegado la seguridad a un segundo plano, dejando en evidencia una gestión deficiente y poco comprometida con el bienestar de todos los involucrados.
URGENTE NECESIDAD DE ACCIÓN
La repetición de accidentes en el Autódromo de Posadas debería ser una llamada de atención para las autoridades del automovilismo en Argentina. Es imperativo que se realicen inspecciones exhaustivas y se implementen medidas de seguridad conforme a los estándares internacionales o, eventualmente, utilizar soluciones que realmente sean efectivas.
La seguridad no puede ser una cuestión negociable. La vida y la integridad de los pilotos y del público deben ser la prioridad absoluta. Es hora de que la ACTC asuma su responsabilidad y tome medidas concretas para evitar futuros incidentes. El automovilismo es un deporte emocionante y apasionante, pero debe ser seguro para todos los que participan y disfrutan de él.