Desde que el español Fernando Alonso decidió abandonar la Fórmula 1 y abocarse a ser protagonista en las principales categorías y competencias del mundo, mucho se ha hablado de la Triple Corona. Se trata de un título honorífico que lo obtiene el ganador de las carreras más prestigiosas del mundo: el GP de Mónaco de F.1, las 24 Horas de Le Mans y las 500 Millas de Indianápolis.
Alonso ya tiene dos casilleros marcados con sus victorias en el callejero monegasco en 2006 (con Renault) y 2007 (con McLaren) y en la prueba francesa en 2018 y 2019 (en ambos casos con Toyota). Pero aún le falta triunfar en las Indy 500, algo que intentó ya en dos oportunidades.
El otro que también está cerca de lograr este reconocimiento es el colombiano Juan Pablo Montoya, quien celebró en Mónaco en 2003 (Williams) y ganó en Indianápolis en 2000 (Ganassi Racing) y 2015 (Penske). Aunque participó en Le Mans en 2018, el éxito le fue esquivo.
Pero hubo un piloto que, con mucho esfuerzo, logró eso objetivo que parece imposible: El inglés Graham Hill, que además fue campeón de la Fórmula 1 en 1962 y 1968.
Apodado Mr. Mónaco, Hill dejó su huella en las calles del Principado con cinco triunfos (1963, 1964, 1965, 1968 y 1969), una marca que recién fue superada por el brasileño Ayrton Senna en los ‘90 con sus seis victorias en el tortuoso circuito.
En pleno apogeo de su campaña, Hill se aventuró a correr en las 500 Millas de Indianápolis, competencia que fue parte del calendario de la F-1 durante la década de 1950. Y quedó en la historia de la prueba estadounidense al debutar y ganar en 1966 sobre un Lola-Ford. También corrió en 1967 y 1968, aunque no logró igualar semejante resultado.
En 1972 Hill le puso la frutilla a su campaña deportiva con el triunfo en las 24 Horas de Le Mans compartiendo un Matra-Simca MS670 con el francés Henri Pescarolo. Aunque imponerse en el circuito de La Sarthe no le fue nada fácil ya que el éxito lo consiguió en su décima participación (corrió ininterrumpidamente entre 1958 y 1966).
A lo largo del tiempo fueron varios los pilotos que participaron en estas tres competencias, pero en la medida que la actividad se fue profesionalizando hizo imposible que pudieran compatibilizar sus agendas para darse ese gusto.
Además, desde 1987 el GP de Mónaco y las 500 Millas de Indianápolis se disputan el último fin de semana de mayo, algo que también complica las aspiraciones de los corredores.
Sin embargo, con la decisión de Alonso se puede afirmar que hay pilotos que aún se toman el automovilismo como una pasión y no tanto como un trabajo…