El rugir de los motores y el aroma a combustible impregnaban el aire cuando un joven Enzo Ferrari, apenas un niño de diez años, visitó por primera vez la pista de Bologna. Fue entonces cuando nació su amor por las carreras, un amor que desafiaría las expectativas de su familia y cambiaría la historia del automovilismo y la propia industria automotriz.
A pesar de la oposición de su padre, que deseaba un futuro seguro en la exitosa firma metalúrgica familiar, Enzo estaba decidido a ser piloto. En la etapa de entreguerras, cumplió su sueño y se inició también en la construcción de vehículos, rescatando piezas olvidadas en campos de batalla.
Después de un desencuentro con Fiat, Ferrari forjó su camino como piloto en Alfa Romeo y luego le dio vida a la Scuderia Ferrari. Fue en esta etapa que el Cavallino Rampante se convirtió en el emblema distintivo de sus autos, un regalo de los condes Baracca, padres de un piloto aéreo héroe de guerra.
En medio de esos primeros pasos dentro del automovilismo como responsable de su propio equipo, el 19 de enero de 1932 recibió la mayor alegría de su vida con el nacimiento de su hijo, Dino. El pequeño Alfredino se convirtió en un refugio para Enzo en medio de ciertas tensiones familiares por el mal ambiente que reinaba entre la suegra y su esposa, Laura Dominica Garello. Pero la vida siempre depara giros inesperados…
Cuando Dino entró en la adolescencia, surgieron preocupantes arranques de debilidad y problemas motrices. Tras análisis médicos, el diagnóstico fue devastador: distrofia muscular. En una época en la que no se conocía cura para esta enfermedad, Enzo se embarcó en la búsqueda desesperada de una solución.
En medio de la lucha contra la enfermedad, Enzo alentó a Dino a formarse en el mundo de los automóviles. Dino optó por estudiar ingeniería en Suiza, donde también se sumergió en el estudio de economía y negocios. Demostró ser un prodigio en todos los campos.
Junto con Vittorio Jano, la mano derecha de su padre, Dino desarrolló un motor V6 de 1.986 cm³. Aunque originalmente destinado a la Fórmula 2, Dino anhelaba verlo en vehículos más pequeños y asequibles de la marca.
Continuó este emprendimiento hasta sus últimos días, incluso desde su cama debido a la pérdida de tonicidad muscular. Finalmente, Dino falleció el 30 de junio de 1956, a la temprana edad de 24 años.
La muerte de Dino sumió a Enzo Ferrari en la oscuridad. La tristeza se extendió a su vida familiar y a la empresa. Incluso Ford intentó adquirir en 1963 la compañía a bajo precio, pero un acuerdo con Fiat evitó su venta. La tensión también afectó su matrimonio en una época en la que el divorcio no existía en Italia.
La rutina de Enzo Ferrari incluyó visitar diariamente la tumba de su hijo en el cementerio de San Cataldo en Módena. Con el dolor como compañero constante, Enzo se vio obligado a reinventarse.
Ferrari Dino: el modelo “low cost” de la marca de Maranello que nació de una tragedia
Unos años después, le encargó al diseñador Sergio Pininfarina un tributo sobre ruedas para su hijo. Presentaron un prototipo en el Salón de París en 1965. Tres años después, el primer Ferrari Dino 206 GT de producción salió al mercado. Este modelo, con motor V6 en posición central, fue un verdadero homenaje al gran amor de Ferrari.
Dino se convirtió en una submarca dentro de la compañía, produciendo vehículos más pequeños y asequibles. No llevaban el famoso Cavallino Rampante, sino el nombre “Dino” en tipografía manuscrita. Su producción se extendió de 1968 a 1976, fabricándose más de 3.600 unidades que hoy alcanzan cifras millonarias en subastas.
La memoria de Dino perdura hoy en la fábrica de Maranello, con un sector que lleva su nombre; en el Hospital de Milán, donde un sector lleva su nombre y se dedica al diagnóstico y tratamiento de la distrofia muscular. Además, el circuito Enzo e Dino Ferrari en Imola rinde homenaje a padre e hijo y es visitado regularmente por la Fórmula 1.
Enzo Ferrari fue un hombre fuerte y con mano de hierro dirigió su empresa. Recio, manipulador y calculador nunca logró recuperarse por completo de la pérdida de Dino. Su dolor recién se detuvo el 14 de agosto de 1988, cuando exhaló su último aliento.
PIERO FERRARI: EL OTRO PILAR DEL CAVALLINO RAMPANTE
La historia de la familia Ferrari está marcada no solo por la figura de Dino, el hijo que inspiró a Enzo Ferrari a crear la submarca Dino en su honor, sino también por Piero Ferrari, el otro hijo de Il Commendatore fruto de una relación furtiva con Lina Lardi. Aunque Piero no recibió la misma atención mediática que su hermano, desempeñó un papel fundamental en la continuación del legado de su padre.
Piero Ferrari nació el 22 de mayo de 1945 y, al igual que su hermano Dino, creció inmerso en el mundo de los motores y la pasión por los automóviles. A pesar de la prematura pérdida de Dino debido a la distrofia muscular, Piero continuó la tradición familiar al unirse a la empresa Ferrari en 1964.
A lo largo de los años, Piero desempeñó varios roles en la empresa de su padre, contribuyendo significativamente a su éxito. Su dedicación y compromiso con el legado de Enzo Ferrari quedaron patentes en su participación en el desarrollo de los icónicos modelos de la marca de bajo volumen como Ferrari F40, Ferrari F50 y LaFerrari.,.
Además de su trabajo en la empresa, Piero Ferrari también es conocido por su participación activa en la gestión del equipo de Fórmula 1 Scuderia Ferrari. Su influencia en el mundo de las carreras ha sido vital para mantener la Scuderia como un competidor destacado en la máxima categoría del automovilismo.
Así, mientras Dino Ferrari dejó su huella en la submarca Dino y Enzo Ferrari se convirtió en una leyenda, Piero Ferrari continúa siendo un pilar sólido en la historia y el legado de la marca.