El mundo de la música quedó en shock al conocerse la noticia del fallecimiento de Taylor Hawkins, baterista de Foo Fighters y quien hace menos de una semana deleitó con su talento a los miles de fans argentinos que presenciaron el show de la banda liderada por Dave Grohl en Lollapalooza.
“La familia Foo Fighters está devastada por la trágica y prematura pérdida de nuestro querido Taylor Hawkins”, indicó la banda en un comunicado en Twitter. “Su espíritu musical y su contagiosa risa vivirán con todos nosotros para siempre”, agregó.
El comunicado no especificó la causa de la muerte de Hawkins, sucedida el viernes por la noche, pero la noticia se dio a conocer poco antes de que la banda saliera al escenario para tocar en el Festival Estéreo Picnic en Bogotá, Colombia.
Miembro de una de las bandas de rock alternativo más influyentes y aplaudidas, Hawkins fue conocido por su carisma en el escenario y sus ritmos inspirados en el rock clásico de leyendas como Phil Collins y Roger Taylor de Queen.
Antes de unirse a los Foo Fighters tocó la batería para la cantante de indie canadiense Alanis Morissette. Mientras que a fines de los ’90 ingresó al grupo creado por Grohl aportando la percusión en algunos de los mayores éxitos del grupo, como Learn to Fly y Best of You.
En una entrevista con la emisora 95.5 KLOS el año pasado, Grohl describió su primer encuentro con Hawkins y la manera en que lo convenció de unirse a la banda. “Dije: ‘¡Vaya, eres mi gemelo o mi espíritu animal, o mi mejor amigo!’, en los primeros diez segundos de conocerlo”.
“Por supuesto lo había visto tocar la batería y pensé que era un baterista increíble. Cuando lo llamé y dije: ‘Oye, estoy buscando a un baterista’, él me respondió: ‘Sabes que soy tu tipo’. Su elección tuvo más que ver con nuestra relación personal que con algo musical”, relató.
UNA TOYOTA HILUX DE 1986, SU VEHÍCULO PREFERIDO
A diferencia de la mayoría de los rockeros, que suelen tener una gran cantidad de autos de todo tipo, tamaño y prestaciones, Hawkins tenía una discretísima colección de vehículos.
En ella sobresalían un Mercedes-Benz AMG GT, un Rolls-Royce Phantom que le costó un millón de dólares, un Volvo XC60, un Jaguar Type F, un Lincoln Nautilus, un Audi Q8 y una vieja Toyota Hilux roja de 1986.
El vehículo nipón era su preferido por una razón especial, lo acompañó durante buena parte de su vida. “Tengo esa camioneta desde la escuela secundaria y aún disfruto de conducirla de vez en cuando”, explicó alguna vez.
Lejos de las estrellas de rock convencionales, Hawkins solía decir que los músicos no tenían que tocar por la fama o el dinero: “Si quieres tocar música, toca porque quieres tocar música, no porque quieras ser rico y famoso, porque es probable que no seas rico y famoso”.