En automovilismo, hay historias que van más allá de la pista, trascendiendo los límites de la velocidad y la competencia. La experiencia de Enrique Mansilla, ex piloto argentino que compitió en la Fórmula 3 Británica en la época del conflicto entre Argentina y Gran Bretaña por las Islas Malvinas en 1982, es un claro ejemplo de ello.
En un mano a mano que tuvimos hace unos años, Mansilla compartió sus recuerdos y reflexiones sobre aquellos tiempos turbulentos. Cuando estalló la guerra, Mansilla se encontraba inmerso en el automovilismo británico, compitiendo contra figuras como Mark Thatcher, hijo de la Primera Ministra Margaret Thatcher. Aunque había tensiones entre Argentina y Gran Bretaña desde el año anterior, Mansilla nunca imaginó que su país estaría en guerra.
Durante su estadía en Inglaterra, Mansilla también enfrentó desafíos en su carrera deportiva. A pesar de la cordialidad de sus colegas británicos, la guerra afectó su capacidad para asegurar patrocinio y recursos financieros para competir. Tal es así que, desde su punto de vista, la situación lo complicó en su objetivo de llegar a la Fórmula 1.
-En 1982 estabas corriendo en la Fórmula 3 Británica, ¿qué recordás del conflicto entre Argentina y Gran Bretaña por las Islas Malvinas?
-Ya en 1981 había tensión entre los dos países. Pero jamás pasó por mi cabeza que Argentina iba a estar en guerra. Yo estaba al tanto de todo porque uno de mis rivales era Mark Thatcher, el hijo de Margaret Thatcher, la Primera Ministro. Cada vez que nos veíamos, él me decía que se venía un quilombo grande.
-¿A vos te llamaron?
– Yo había pasado a la reserva de la Colimba como francotirador porque tiraba muy bien. Cuando me convocaron le dije a mi teniente coronel que yo no iba a matar a nadie. Si me iban a obligar a ir ahí, yo no iba a ir. Si me querían llamar desertor, bueno… ya había desertado. Finalmente, como era una persona pública, me colocaron en el consulado en Inglaterra. Ahí mi labor fue asesorar a los argentinos. Iba dos horas por día y me pagaban 100 libras… Yo no quería matar a nadie. Además, cómo le iba a tener bronca a tipos con los cuales estaba cotidianamente. Yo no hice la guerra, no la apoyé. Fijate en los archivos y vas a ver cómo me trataban acá: de héroe a forro, de forro a héroe de vuelta…
-¿Esos comentarios cómo te hacían sentir?
-A mí no me pasaba nada porque estaba allá, pero mi familia, que estaba acá, sí que sufría. Los obligaban a sacar la banderita y a no hablar ninguna “huevada”…
-Acá nos decían que estábamos ganando. ¿Allá qué se comentaba?
-Ustedes se enteraban de las cosas muchos días después. La rendición, por ejemplo, se firmó mucho antes de lo que se dijo. Cuando la flota de los ingleses viajó para las Islas ya estaba todo arreglado. En Inglaterra se sabía que los soldados argentinos se estaban cagando de frío y de hambre. En Argentina se ocultó todo eso durante el conflicto. Se taparon cosas.
-¿Cómo vivía la gente este conflicto en Inglaterra?
-Al pueblo inglés no le interesaba. Obviamente, si vos hablabas con ellos te decían que quería que ganara su país. El conflicto le vino bien a Margaret Thatcher porque le sirvió para fortalecerse. Creo que acá no se esperaban una reacción así. Ese tarado (por Galtieri) estaba tan borracho que calculó mal… Sumado a eso, el “garca” de Alexander Haig (canciller estadounidense de entonces) metió fichas para que estallara el conflicto. En realidad, ellos (Estados Unidos) planearon el derrocamiento de la dictadura a través de esta guerra.
-¿Los ingleses cómo te trataban?
-Bien. La gente del automovilismo no le daba importancia al tema de la guerra. Claro que por ahí tenían que tomar ciertos recaudos con el público. Una vez, en Magny-Cours, tenía que subir al podio y me pidieron que tuviese cuidado porque había cuatro hooligans que estaban buscando roña. Así que tomé el trofeo y me fui. Después, en un festival en el que corrían varias categorías, pusieron las banderas de todos los países que estaban representados y, lógicamente, faltaba la bandera argentina. Pese a todas esas cosas, seguí adelante porque me daba lástima dejar todo lo que había cosechado. Además, estaba peleando el campeonato, pero me quedé sin dinero y todo se hizo más difícil…
-¿Se te hizo difícil conseguir patrocinantes?
-En ese momento la libra equivalía a 1,90. Con el tema de la guerra se fue a 1.000. Los sponsors me decían que ni que vendieran diez departamentos me podían mandar la plata. Nosotros ya habíamos gastado mucho dinero y llegábamos bien hasta la carrera doce. Pero a esa altura ya era uno de los candidatos al título. Por eso todo el mundo me ayudó, me dieron los motores gratis y hasta tenía un juego de gomas gratis por carrera. Pero no alcanzó… No es lo mismo ir con gomas gastadas o con medio motor. Tuvimos que ajustarnos demasiado. Si la cosa hubiese sido distinta, por ahí me quedaba con el título.
-¿En algún momento pensaste que podrían llegar a perjudicarte desde la organización de la categoría?
-¡No, para nada! La relación con ellos era bárbara, si hasta nos hacíamos jodas con el tema de la guerra. ¿Te acordás que se jodía con las 100 millas de exclusión? Bueno… sólo hacían esos chistes, nada más. Los ingleses son muy sinceros. Si no querían que corriera, directamente me hubiesen dicho “tomátela”.
-¿Y cómo pensás que hubiesen reaccionado los ingleses ese año si un argentin les ganaba el campeonato?
-Mirá, en la intimidad, los ingleses me decían que entre un irlandés y un argentino, preferían que el campeonato se lo llevara uno de los nuestros debido a los problemas que siempre tuvieron con Irlanda. A mi me apreciaban mucho. Incluso tuve la posibilidad de probar un Fórmula 1, pero no conseguí más apoyo porque era argentino. Los ingleses me querían e incluso me decían que era un “rubiecito” más. Si no era por lo de la guerra hubiese llegado…
OPERACIÓN ROSARIO
Entre fines de 1981 y principios de 1982, la dictadura militar que gobernaba a la Argentina decidió recuperar las Islas Malvinas con el objetivo de recobrar el crédito perdido entre los sectores sociales a raíz de los innumerables problemas internos del país. Bajo el nombre de Operación Rosario, se programó una serie de acciones de intensidad creciente encaminadas a reconquistar las islas. El plan fue iniciar las acciones de manera discreta y tomar Malvinas y su capital, Puerto Argentino, (Stanley para los ingleses) mediante un asalto directo.
La ocupación de las islas por parte de las Fuerzas Armadas Argentinas se concretó el 2 de abril de 1982. No fue brutal y se respetó a la población local. Se practicaron los correspondientes cambios de topónimos por sus versiones argentinas, se instauró el castellano como lengua oficial y hasta se modificó el código de la circulación para conducir por la derecha en vez de por la izquierda.
En un primer momento, la reacción británica fue confusa. El 2 de abril, el diario The Times de Londres, al final de la primera página y al comienzo de la segunda, se preguntó cómo había podido suceder este episodio cuando los servicios secretos británicos estaban al tanto de la intención de la Argentina.
El gobierno de Margaret Thatcher estaba muy debilitado, pero aprovechó el conflicto para revertir esa situación. Luego de encontrar varios aliados diplomáticos, los ingleses pusieron en marcha la Operación Corporate, cuyo objetivo fue recuperar las islas. Algo que finalmente se consiguió tras la rendición de las tropas argentinas el 14 de junio. El saldo final de la guerra fue la muerte de 649 militares argentinos, 255 británicos y tres civiles isleños.
En la Argentina, la derrota en el conflicto precipitó la caída de la Junta militar y la restauración de la democracia. Por otro lado, se sostiene que la victoria en el enfrentamiento permitió al gobierno conservador de Thatcher lograr la reelección en 1983.