Una de las premisas que tienen los diseñadores al momento de crear un vehículo es que su acceso sea de fácil. Para ello se utilizan todo tipo de sistemas de apertura de puertas. El tradicional tiene las bisagras en la parte delantera, pero también existen otros menos comunes.
La lista incluye al tipo alas de gaviota, que tiene las bisagras en el techo y se abren hacia arriba; las puertas de tijera, que rotan verticalmente, se abren hacia arriba y están fijadas en la parte final del parabrisas; o las de alas de mariposa, también de apertura vertical.
Menos común son las puertas suicidas, una verdadera pesadilla para los departamentos de marketing de las automotrices. Esta disposición ofrece una mayor comodidad de acceso, principalmente a las plazas traseras, porque las puertas se abren en sentido contrario a la tradicional ya que las bisagras están cerca a la parte posterior del vehículo y el picaporte en la parte delantera.
Sin embargo, la manera de definir este sistema siempre ha atentado contra cualquier promoción. Por eso se suele hablar de ellas como “puertas de apertura inversa”.
Pese a esos tremendos esfuerzos, el término “puerta suicida” es el que se ha popularizado. Aunque nadie sabe exactamente cómo surgió, hay dos teorías.
La primera de ellas está relacionada con un defecto que tenía el sistema en los primeros autos que lo utilizaron: se abrían ante una fuerte ráfaga de viento, algo que con el auto en movimiento habría producido varias muertes accidentales.
La otra está relacionada con la mafia y los gangsters, que solían elegir utilizar vehículos con estas aperturas de puertas porque les era más fácil deshacerse de los cuerpos de las personas que asesinaban.
Así que ya sabés, cuando las empresas hablan de puertas de apertura inversa, en realidad se refieren a las puertas suicidas…