Este sábado, en el Grimaldi Forum de Mónaco, Sotheby’s realizó una de sus tradicionales subastas. Entre los lotes disponibles había uno muy tentador para los amantes de la Fórmula 1: dos autos conducidos por el británico Nigel Mansell. Por un lado, una Ferrari 640 de 1989 y por el otro, un Williams FW14 de 1991. Si bien Mansell logró su único cetro en 1992 cada uno de estos vehículos tenía su particular historia.
La 640 fue la que utilizó en la primera de las dos temporadas en las que condujo para Ferrari tras su desvinculación de Williams a fines de 1988. Si bien con este auto solo logró dos triunfos, la relevancia histórica del vehículo para porque que Mansell fue el último piloto reclutado personalmente por Enzo Ferrari, quien falleció el 14 de agosto del ’88. Para Mansell, que recibió del propio Commendatore una Ferrari F40 como regalo de bienvenida, sumarse a la Scuderia fue el “honor más grande de su campaña deportiva”.
Esta Ferrari, con la que Mansell ganó los Grandes Premios de Brasil y Hungría, fue la primera concebida por el inglés John Barnard, la primera equipada con una caja de cambios semiautomática y la primera en contar con motor de aspiración natural tras la prohibición de los motores turbo a fines de 1987.
Mientras que con el Williams, Mansell ganó cinco carreras. Uno de aquellos triunfos fue en el Gran Premio de Gran Bretaña, en Silverstone. De esa competencia se recuerda la vuelta de honor en la que Mansell ofició de chofer de Ayrton Senna, quien fue el campeón de ese año.
En el último giro de la competencia el McLaren de Senna se quedó sin combustible y no pudo cruzar la meta, aunque se clasificó cuarto. Cuando Mansell estaba yendo a los boxes después de recibir la bandera de cuadros, se detuvo frente al brasileño y lo invitó a subirse al pontón izquierdo de su vehículo para llevarlo a los pits
Ese insólito suceso es considerado como uno de los momentos icónicos de la F.1, algo que fue fundamental para que en la subasta de Sotheby’s el Williams se vendiera a un mayor precio que la Ferrari.
Las estimaciones de la casa de subastas indicaban que el auto italiano se podría vender en unos cinco millones de euros; mientras que la previsión sobre el vehículo inglés rondaba los tres millones de euros. Sin embargo, al bajarse el martillo la Ferrari 640 se vendió en € 3.605.000; mientras que por el Williams FW14 se pagaron € 4.055.000; suficiente para decir que la mística de Ayrton Senna superó a la de Enzo Ferrari.