
El 8 de mayo de 2007 quedó grabado en la historia del automovilismo nacional como el día en que la Asociación Corredores Turismo Carretera tomó una decisión sin precedentes: bajar a los acompañantes.
La medida, que se formalizó en la sexta fecha del torneo en Paraná, tuvo lugar luego de una reunión de cuatro horas entre los miembros de la Comisión Directiva de la ACTC y los pilotos más representativos de la categoría.

Entre los presentes en la reunión estaban Oscar Aventin, titular de la entidad; el Dr. Rodolfo Balinotti, responsable médico; Alejandro Solga, jefe del Departamento de Desarrollo; y los pilotos más destacados del momento como Marcos Di Palma, Gabriel Ponce de León, Norberto Fontana, Omar Martínez, Juan Manuel Silva, Emanuel Moriatis, Guillermo Ortelli, José Ciantini, Rafael Verna y Ernesto Bessone, entre otros.
Esta disposición se tomó como respuesta a la trágica muerte de Guillermo Castellanos en la quinta fecha del campeonato en Comodoro Rivadavia (22/04/2007). El suceso aceleró la implementación de medidas de seguridad que la ACTC tenía en carpeta desde el 2006 tras el accidente ocurrido el 16 de julio en la carrera del TC Pista en Rafaela, donde fallecieron Alberto Noya y su acompañante Gabriel Miller.

“Llegó la hora de erradicar a los acompañantes”, dijo Aventin tras el incidente en el óvalo rafaelino. No obstante, la ACTC había advertido que la medida se iba a adoptar recién 2008 después de una compulsa entre los pilotos de TC y TC Pista en la que el 77% se mostró a favor de la continuidad del copiloto. Pero la muerte de Castellanos hizo que todo se adelantara con justa razón.
La eliminación de los acompañantes no fue la única medida tomada a favor de la seguridad. También se optó por incorporar pontones laterales, algo que cambió la fisonomía de los vehículos; y mover hacia el centro del habitáculo al propio piloto para brindarle mayor protección.

Bajar a los acompañantes significó el fin de una tradición. En los inicios del TC el copiloto tenía funciones tan relevantes como peligrosas, que iban desde sacar medio cuerpo por la ventanilla para recoger mensajes con información a llenar el tanque de combustible con el auto en movimiento. En la era moderna del TC, en cambio, se dedicaban a controlar la temperatura del motor, a parcializar el circuito y hasta a portar algún dinero para apoyar al piloto.
Diez años antes, en 1997, la ACTC había tomado otra decisión relevante en función de la seguridad pese a la tradición y la historia de la categoría: la eliminación de las competencias en rutas. La última carrera en este tipo de circuitos se disputó en Santa Teresita el 16 de febrero de ese año y la medida surgió tras las muertes de Roberto Mouras (1992) y de Osvaldo Morresi (1994).
Otra demostración de una costumbre que aún mantiene la ACTC: reaccionar siempre después de las tragedias y nunca antes para anticiparlas.