Kurt Donald Cobain decidió despedirse de este mundo el 5 de abril de 1994 de un disparo en la cabeza. Así, tan dramáticamente, se convirtió en una leyenda. Porque Kurt Donald Cobain se fue en el mejor momento de su vida… Era el guitarrista y el líder de Nirvana y, al mismo tiempo, un referente del movimiento grunge nacido en Seattle.
Cobain falleció a los 27 años y sin quererlo -o tal vez sí- pasó a formar parte del exclusivo Club 27 integrada por otros famosos músicos que murieron a la misma edad como Robert Johnson, Brian Jones, Jimi Hendrix, Jim Morrison y Janis Joplin…
Los demonios que perseguían a Cobain quedaron reflejados en los seis discos que grabó junto al bajista Krist Novoselic y el baterista Dave Grohl (ahora líder de Foo Fighters) y también en una Dodge Sportsman Royal de 1972. El vehículo en cuestión era propiedad de la banda The Melvins, considerada como fundadora del grunge. Kurt era gran amigo de Buzz Osborne, su cantante; y Dale Crover, el baterista.
Por eso era habitual verlo junto a ellos y hasta haciendo de chofer en la Melvan, como le decían a la van, durante algunos conciertos. Entre show y ensayos, y mientras gestaba Nirvana (el grupo nació en 1987), Kurt aprovechó para dejar su marca en la Melvan con unos marcadores Sharpie robados de un supermercado. Le hizo todo tipo de inscripciones, aunque la que más se destaca es un dibujo del rostro de los miembros de Kiss que se destaca en el lateral izquierdo y que está inspirada en la portada del primer disco de la banda de Nueva York (Kiss, 1974).
La Melvan era propiedad de Matt Lukin, bajista original de The Melvins. Su madre se la vendió en 1992 a Ben Berg, bajista del grupo Weird Beast. Berg la tuvo como una gran joya hasta 2012, cuando decidió ponerla en venta a través de una subasta en eBay. La base eran 100.000 dólares, pero finalmente se vendió por poco más de 24.000.
“Creo que el nombre de Kurt está grabado e algún lugar, pero no sé exactamente dónde. Sé que el nombre de Krist Novoselic sí que está, y también el Dale Crover”, contó Berg poco antes de la subasta.
Aunque no hay un registro oficial que indique que Cobain efectivamente fue el que le metió mano a la Melvan, no sería descabellado que eso haya sucedido ya que era un apasionado por los dibujos y la pintura. En cualquier caso, es una linda historia para que siga vivo ese espíritu adolescente que tanto lo caracterizó.