A las 8.10 de la mañana, casi 24 horas después de haber abandonado el rally Dakar por un problema en el motor, el salteño Kevin Benavides aceleró su KTM nuevamente para desandar los 346 km de la penúltima especial de la competencia con inicio y final en la ciudad árabe de Bisha. Al reengancharse el salteño se puso un objetivo: demostrarse asimismo que estaba en condiciones de retener el cetro que logró en 2021 con Honda.
Benavides, que fue el 33° en salir al tramo cronometrado, le ganó por cuatro segundos al inglés Sam Sunderland (GasGas), nada menos que el puntero de la carrera. “Es una felicidad y a su vez una tristeza muy grande. Gané la etapa más difícil porque están peleando la carrera, lo mismo que yo ayer. Eso quiere decir que podría estar luchando en estos momentos por la victoria. Pero, lamentablemente, los fierros son ingratos y una falla me dejó sin ninguna esperanza”, reconoció al llegar al campamento.
“Hoy salí desde atrás a demostrarme de que yo puedo, de que hay que superarse y que estas cosas ayudan a prepararnos y a seguir el proceso para volver a ser campeón”, agregó el argentino, que desertó ayer cuando estaba quinto en la general.
“No es fácil afrontar lo que ha sucedido, no es fácil dar vuelta algo tan feo como lo de ayer, pero lo he podido hacer. Para mi es una gran victoria y con esto puedo decir que ya cerré este Dakar, pese a que mañana está la etapa final en la que saldré a disfrutar esos kilómetros”, agregó.
Consultado por Automundo sobre su semblante, ya que se notaba más triste que contento, respondió: “Te voy a ser sincero, cuando terminó lo especial lo primero que hice fue llorar. Me emocioné mucho. Estuve llorando mucho en el camino hacia el campamento… Estoy contento, pero no tanto. Gané la etapa y es algo que sirve solamente para mí. Estaría contento si estaría peleando adelante y mañana tendría que salir a defenderme… Pero no puedo salir a defender este número 1, pero sí puede demostrar que era posible”.