Puede ser que para algunos el rally Dakar sea una cosa de hombres. Pero no es así, también es de mujeres. Si bien en los últimos años la presencia femenina se ha incrementado y ahora es normal ver a algunas chicas entre los participantes, antes no era algo del todo común. Y de aquellas pioneras que se le animaban a la carrera más dura del mundo, solo una quedó en la historia: la alemana Jutta Kleinshmidt, quien en 2001 se coronó como la reina del desierto después de ganar una edición plagada de polémicas.
Jutta nació el 29 de agosto de 1962 en Colonia. Durante su adolescencia complementó sus estudios en la Academia de Ciencia y Técnica Natural de Isny con su pasatiempo preferido: andar en motos. Después de recibirse de Ingeniera Física en 1986, inició su campaña deportiva con su participación en el Rally de los Faraones de 1987 y al año siguiente corrió su primer Dakar. A partir de ahí se destacó sobre dos ruedas en varias competencias en continente africano hasta que encontró el amor…
En 1992 conoció al francés Jean-Louis Schlesser, un ex piloto de Fórmula 1 que se inclinó por las competencias del todo terreno tras dejar la máxima categoría por las secuelas de un grave accidente. Se pusieron de novios y casi inmediatamente Jutta se convirtió en la navegante del galo. Todo marchaba bien hasta que Jean-Louis la convenció de pilotar un buggy de su equipo.
Al poco tiempo de iniciar la etapa de piloto de autos, Kleinshmidt recibió una oferta que no pudo rechazar: sumarse al equipo oficial Mitsubishi, que por ese entonces tenía una fuerte presencia en las carreras off-road. Eso no le causó mucha gracia a Schlesser, que decidió dar por terminada la relación sentimental…
Con el respaldo de la casa japonesa, los resultados de la alemana en el Dakar no tardaron en llegar. En 1997 se convirtió en la primera mujer en ganar una etapa de la mítica competencia y en 1999, en la primera en subir al podio luego de finalizar tercera. Pero lo mejor estaba por venir.
En 2001, pese a que corría con un Mitsubishi Montero del año anterior y con 200 kilos más que los autos oficiales, inscribió su nombre en el historial de ganadores después de aprovechar la intensa lucha entre Schlesser y el japonés Hiroshi Masuoka, también del equipo oficial Mitsubishi.
Jutta se favoreció por un incidente de la penúltima jornada. Schlesser, el virtual vencedor, fue penalizado por una estrategia antideportiva para desmoralizar a Masuoka, que también quería el triunfo. El galo y su compañero español Josep María Servia se adelantaron al horario de la largada para abrir el camino y hacer que el polvo molestase al nipón, quien en realidad tenía la prioridad en la ruta. Schlesser fue penalizado con una hora, mientras que Masuoka perdió 50 minutos al dañar su suspensión en una intempestiva largada en su intento de alcanzar a los dos buggys.
Esos incidentes beneficiaron a Kleinshmidt, que llegó primera al Lago Rosa en la capital de Senegal y así se quedó con la victoria. Schlesser protestó ante la Federación Internacional del Automóvil por todo lo ocurrido y recién el 5 de marzo de 2001 quedó oficializada la victoria de la rubia conductora.
Los medios de comunicación germanos dedicaron un amplio espacio a su éxito. “El triunfo de Jutta sirve para terminar con el prejuicio de que los hombres conducen mejor”, afirmó uno de los presentadores del programa Heute Journal, de la cadena televisiva ZDF. “La domadora del desierto”, tituló el Berliner Morgenpost el artículo de opinión en el que ponía a la deportista como un ejemplo de la necesidad de acabar con los prejuicios contra las mujeres. El más contundente fue el Berliner Zeitung: “Dejó atrás a los machos”.
Aquel éxito de Jutta Kleinshmidt fue, sin dudas, todo un símbolo de la igualdad entre el hombre y la mujer. En el Dakar y en el mundo…