
Este fin de semana, Villa Gesell vibra con la 30ª edición del Enduro del Verano, la competencia más brutal sobre arena en Sudamérica. Miles de fanáticos y más de 1.300 pilotos se preparan para desafiar las dunas en un espectáculo único de motocross y cuatriciclos. Pero entre las historias que han forjado la leyenda de esta carrera, hay una que merece ser contada: la de José Manuel Urcera. Antes de convertirse en campeón del Turismo Carretera y el Turismo Nacional, Manu dejó su huella en la arena gesellina, llevándose la victoria en las ediciones de 2009 y 2010 en la categoría 2T Pro.
UN ROMANCE QUE COMENZÓ EN LA INFANCIA
Para Urcera, el Enduro del Verano no es solo una competencia más. Es una parte fundamental de su historia personal y deportiva. Su relación con esta carrera comenzó mucho antes de sus triunfos, cuando apenas era un niño y acompañaba a su padre a competir de manera amateur. Entre 1997 y 1999, el pequeño Manu vivió la emoción del evento desde la tribuna, viendo a su padre desafiar la arena y soñando con un día ser parte de la acción.
Uno de los recuerdos más impactantes de su infancia en el Enduro del Verano fue la presencia de Anders Eriksson, el multicampeón mundial de enduro. “En ese momento venía un sueco que era el campeón del mundo de enduro, Anders Eriksson, y ganaba con Husqvarna. El tipo era un monstruo, él ganaba en la categoría Pro, en la que después gané yo mismo”, recuerda Urcera con orgullo. Ver a una leyenda en acción fue una inspiración que lo acompañó hasta el momento de tomar su propia revancha en la arena.
LOS MÉDANOS, SU SEGUNDO HOGAR
Si hay algo que distingue a un buen piloto en el Enduro del Verano, es su capacidad para leer la arena, sentir los cambios en la textura del terreno y adaptarse a la exigencia extrema de cada duna. Para Urcera, esta habilidad era natural. Nacido en San Antonio Este, creció rodeado de médanos, convirtiéndolos en su patio de juegos. “La carrera se corre siempre en los médanos, que para mí son como el patio de mi casa. Desde chiquito anduve siempre en arena y siempre me fue bien en ese tipo de carreras”, cuenta Manu.
Ese dominio del terreno le permitió llegar a lo más alto en 2009 y 2010, cuando inscribió su nombre en la lista de ganadores del Enduro del Verano. Esas victorias no solo lo consolidaron como una promesa del motocross argentino, sino que también fueron clave en su transición al automovilismo profesional, donde más tarde haría historia en el TC y el TN.
EL DESEO DE VOLVER
A pesar de su éxito en las cuatro ruedas, el motocross sigue siendo una pasión latente para Urcera. Cada vez que se acerca la fecha del Enduro del Verano, el deseo de volver a la pista se enciende en su interior. “Cada año que pasa y veo que viene el Enduro del Verano, digo, ‘me gustaría volver a correr’. Pero después pongo los pies sobre la tierra y entiendo que para correrlo me gustaría pelear por algo. Sin embargo, hoy después de tantos años abajo de la moto, estoy muy lejos”, reconoce con sinceridad.
El Enduro del Verano no es una competencia para improvisados. Exige una preparación física y técnica de primer nivel, y Urcera, enfocado en su carrera automovilística, admite que sería un desafío difícil de asumir sin una preparación adecuada. Sin embargo, el anhelo de estar presente, al menos como espectador, sigue latente. “Me encantaría que no coincida en alguna de las carreras que corro para poder ir a verlo. Este año tenía muchas ganas, pero justo corro con el Turismo Nacional en Paraná y no voy a poder estar”, lamenta el piloto.
A medida que la 30ª edición del Enduro del Verano se acerca, es imposible no recordar a aquellos que ayudaron a construir la leyenda de esta carrera. Y entre ellos, Manu Urcera tiene un lugar especial, como un gladiador que alguna vez dominó las dunas y que, quizás algún día, vuelva a desafiar la arena gesellina.