En la década de los ’90, el automovilismo argentino vivió una auténtica revolución verde con la aparición de un Torino propulsado por Gas Natural Comprimido (GNC). Esta innovación, liderada por el legendario Rubén Luis Di Palma, desafió los estándares convencionales y marcó un hito en la historia de las carreras en Argentina.
En aquellos años, el GNC se había convertido en una novedad en la Argentina. No solo era menos contaminante que la nafta y el diesel, sino que también era una opción mucho más económica.
En ese contexto la categoría zonal StockCar le propuso a Di Palma preparar un auto a gas. Al proyecto se sumó ANSI, el mayor fabricante de equipos de GNC en aquel entonces. Esta colaboración fue fundamental para materializar la visión de Di Palma y llevarla a la pista.
La implementación del GNC en el Torino no estuvo exenta de desafíos. La colocación de los tubos de gas dentro del habitáculo implicó modificaciones significativas en su estructura. Por este motivo el auto quedó fuera de reglamento, aunque se lo habilitó a competir sin puntos por el campeonato, reconociendo así su carácter pionero.
Después de tres meses de intenso trabajo, el Torino a GNC recibió la aprobación tanto del Automóvil Club Argentino como de Gas del Estado, destacando su fiabilidad y seguridad.
Con una autonomía equivalente a 25 litros de nafta, el Torino demostró una buena performance en las pruebas previas pese al peso adicional de 150 kilos con respecto al resto de los vehículos.
El debut del Torino a GNC del Loco se concretó el 2 de diciembre de 1990 en el Circuito N° 12 del autódromo de Buenos Aires, generando gran expectativa entre los aficionados. A pesar de clasificar quinto, el Torino enfrentó problemas mecánicos durante la carrera, impidiéndole alcanzar la meta.
Sin embargo, el buen rendimiento del Torino a GNC hizo reflexionar a la categoría, que al año siguiente fue nacionalizada y rebautizada como Supercart. Los directivos pensaron en adoptar esta tecnología de manera generalizada, pero el proyecto no prosperó debido a los altos costos asociados con la adaptación de los autos.
A pesar de ello, el Torino a GNC dejó una huella imborrable en la historia del automovilismo argentino y fue otra clara demostración del ingenio del Loco Di Palma.