En el corazón de Buenos Aires se encuentra un tesoro arquitectónico a menudo pasado por alto: el Palacio Alcorta. Si bien hoy alberga lujosos lofts, pocos conocen su fascinante historia, que se remonta a sus días como la sede de una concesionaria de autos Chrysler en la década de 1920.
Inaugurado el 1 de diciembre de 1928, este monumental edificio fue originalmente concebido para dar cabida a Resta Hermanos, la concesionaria autorizada de Chrysler en Argentina. Con su ubicación distintiva en el número 3300 de la avenida Figueroa Alcorta (en aquel entonces Av. Centenario), el Palacio Chrysler se convirtió en el símbolo de la marca estadounidense en el país.
En el décimo Salón del Automóvil, celebrado en diciembre de 1928, Resta Hermanos presentó orgullosamente la línea de automóviles Chrysler, destacando modelos como el 52, 62, 72 y el majestuoso Imperial 80. Este evento marcó el inicio de una etapa dorada para el Palacio Chrysler.
UN TOQUE ÚNICO: LA TERRAZA ESTADIO OLIMPO
El genio detrás de esta obra maestra arquitectónica fue Mario Palanti, un renombrado arquitecto milanés. Llegó a Argentina en 1909, dejando su huella en la ciudad con creaciones icónicas como el Palacio Barolo.
Construido bajo la supervisión del ingeniero Federico Bence y la empresa Garbarini, Meuer y Gorostiaga, el edificio se erigió con 27.600 bolsas de cemento argentino San Martín.
El edificio ocupaba una manzana completa, disponía de un amplio salón de exposiciones emplazado a lo largo de todo el frente. En la parte posterior se encontraban las oficinas administrativas y los talleres de montaje y fabricación de repuestos. En el piso superior estaban los talleres de retoque y terminación y depósito de unidades para su entrega.
Pero lo que hacía verdaderamente único al Palacio Chrysler era su impresionante terraza, bautizada como el Estadio Olimpo. Equipada con una pista de pruebas circular de 1.700 metros y curvas peraltadas, esta plataforma no solo sirvió para evaluar los nuevos vehículos ensamblados por Resta Hermanos, sino que también fue escenario de eventos sociales y deportivos, con tribunas capaces de albergar a tres mil espectadores.
CAMBIO DE RUMBO
Lamentablemente, la quiebra de Resta Hermanos en 1931 trajo consigo el fin de una era. El edificio quedó en poder de la empresa Fevre y Basset, que mantuvo la representación de Chrysler y sumó la de Dodge.
Años más tarde pasó a manos del Comando de Arsenales del Ejército Argentino. Después de diversas vicisitudes, en 1994, el Banco Ciudad subastó el edificio, y sus nuevos dueños convirtieron la pista en exclusivos lofts.
A lo largo de los años, la esencia del Estadio Olimpo se desvaneció con las transformaciones. En 1994, la planta baja acogió al Museo Renault, que lamentablemente cerró sus puertas a principios de 2011, poniendo fin a una última conexión con su rica historia automovilística.
Hoy, el Palacio Alcorta vive una segunda vida como un espacio de lujo, pero su pasado como la joya de la industria automotriz argentina sigue resonando en cada rincón.