Historia

Monaco-Trossi: el auto de carreras más extraño jamás construido que fue un fracaso

Creado por el ingeniero italiano Augusto Monaco con el financiamiento del Conde Felice Trossi montaba un motor radial de dos tiempos y 16 cilindros.

El auto de carreras más extraño jamás construido fue el Monaco-Trossi de 1935. Creado por el ingeniero italiano Augusto Monaco y financiado por el Conde Carlo Felice Trossi era un vehículo de tracción delantera con un motor radial de dos tiempos y 16 cilindros refrigerado por aire.

Monaco ya había construido un exitoso auto para competencias de trepada, pero aspiraba a crear una máquina para competir en los Grandes Premios. Para concretar este anhelo encontró como aliados al ingeniero-piloto Giulio Aymini y al Senador Agnelli, quien le ofreció trabajar en las instalaciones de Fiat en Turín para construir y probar el nuevo motor radial de dos tiempos.

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Sin embargo, una vez construido el impulsor, las pruebas revelaron tantos problemas que Agnelli y Fiat retiraron su apoyo, dejando a Mónaco en busca de nueva ayuda financiera para continuar con el desarrollo.

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El inquieto ingeniero convenció al Conde Felice Trossi, quien era un exitoso piloto en el equipo Alfa Romeo, para convertirse en su nuevo socio.

El auto fue construido en el taller de Trossi, que era parte del castillo Gaglianico en las afueras de Biella, al norte de Italia; mientras que un amigo de Trossi, el Conde Revelli, ayudó a diseñar una carrocería aerodinámica para el auto.

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El motor radial de dos tiempos y 16 cilindros refrigerado por aire estaba montado en la parte delantera. Con una carrera de 65 mm y un diámetro de 75 mm, tenía una cilindrada de 3.982 cc. Los cilindros estaban dispuestos en dos filas paralelas (una adelante y la otra atrás) de ocho cilindros cada una. Aunque tenía dos cilindros y dos pistones, cada par de cilindros tenía una cámara de combustión y una bujía común.

Los ocho pares de dos cilindros se posicionaron alrededor del cárter. Al ser un motor de dos tiempos, no había válvulas de admisión o escape. Los puertos de admisión estaban en los cilindros traseros y los puertos de escape en los cilindros delanteros. El cigüeñal tenía un diseño de tres piezas y el cárter estaba hecho de duraluminio. Para ambas filas de cilindros, las bielas eran las propias del motor radial junto a una biela maestra conectada al cigüeñal.

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Detrás del impulsor había dos turbos Zoller M 160 que proporcionaban una presión de 10 psi, cada uno alimentado por un carburador Zenith. Los gases de escape se descargaban en dos colectores de cuatro tubos en la parte delantera del motor. Estos colectores conducían a dos largos tubos de escape que se extendían por debajo del coche y salían por detrás de las ruedas traseras. El motor, que producía 250 HP a 6.000 rpm, se acoplaba a una caja de velocidades de cuatro marchas.

 

El chasis de estructura espacial tipo avión se fabricó con tubos de acero al manganeso-molibdeno de 4 cm de diámetro con tubos transversales más grandes en la parte delantera y trasera. Los paneles de la carrocería de aleación ligera estaban atornillados al chasis.

El Monaco-Trossi utilizaba una suspensión independiente en las cuatro ruedas, cada una de ellas equipadas con grandes frenos de tambor hidráulicos, lo cual era avanzado para la época. Los neumáticos delanteros eran de 5,25 x 31 y los traseros de 4,40 x 27. El vehículo pesaba unos 710 kilos.

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Tanto Aymini como Trossi probaron el automóvil en Monza con el objetivo de estrenarlo en el Gran Premio de Italia de 1935. En los tests alcanzó los 240 km/h, pero la idea de competir fue descartada por serios problemas mecánicos.

Al sobrecalentamiento severo y a la tendencia del motor a destruir las bujías se sumó un subviraje extremo causado por la distribución del peso del 75 % en la parte delantera y del 25 % en la parte trasera. Este fue el principal inconveniente dado que no se podía corregir sin un rediseño serio.

Después de la muerte del conde Trossi en 1949, el auto Monaco-Trossi fue donado por su viuda, la Contessa Lisetta, al Museo dell’Automobile de Turín, donde se encuentra actualmente en exhibición.

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Diego Durruty

Soy un periodista con más de 30 años en el ruedo. Arranqué en revistas como CORSA, El Gráfico, Coequipier y SóloTC, pero también me aventuré en el mundo digital en SportsYa!, e-driver.com y kmcero.com. Si eso no te sorprende, también me escuchaste en las radios Rock&Pop y Vorterix.com. Ah, y no puedo olvidar mis coberturas del rally Dakar para la agencia alemana dpa. Hoy en día escribo en Automundo.com.ar y para que no se me escape nada, también conduzco el magazine Dos Tipos Audaces (Spotify, YouTube y Campeones Radio). ¡No hay quién me pare, amigo!

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