“Esta es la esencia misma del Turismo Carretera. No se puede elegir. Con lluvia o barro, o sin ellos. Y conste que no me gusta peludear con el coche en los pantanos, como si fuese un arado, en vez de un automóvil. Pero hay que correr. Para eso estamos”. Así de directo, así de preciso, así de contundente era Juan Gálvez, el piloto más grande en la historia del Turismo Carretera. No hay que investigar mucho para afirmar tal cosa. Solo hay que ir a las estadísticas y fijarse: En 18 años en la categoría logró nueve títulos, 56 victorias y cinco éxitos en Grandes Premios. Estadísticas que se hubiesen incrementado si no fuese por ese maldito accidente en la Vuelta de Olavarría del 3 de marzo de 1963…
Juan vino al mundo el 14 de febrero de 1916. Fue el cuarto hijo de Marcelino Gálvez y María Orlando. A Cito, como le decían cariñosamente, lo precedieron Marcelino (nació en 1908), Alejandro (1912) y Oscar (1913). El quinto hermano fue Roberto (1922).
JUAN GÁLVEZ, SUS INICIOS
En aquellos primeros años del 1900 el automovilismo argentino estaba en pañales. De hecho, la primera competencia se había disputado en 1906 con la famosa Recoleta-Tigre. Como muchos jóvenes, los Gálvez estaban fascinados con eso de andar rápido arriba de un auto. Pero Oscar y Juan fueron los que llevaron la experiencia a un ámbito más personal. No solo poniéndose detrás del volante, sino armando y desarmando sus propios vehículos con los secretos aprendidos en el taller de papá Marcelino.
Las primeras experiencias fueron en las picadas que se organizaban los lunes por la noche en el barrio de Palermo. Allí tenían como rivales a sus propios amigos como Ernesto Petrini y Enrique Sáenz Valiente, quienes también serían pioneros de una actividad que cada vez tenía más adeptos y fanáticos.
La vida de los Gálvez cambió en 1937 cuando ambos debutaron en el naciente Turismo Carretera. Oscar, de 24, se puso detrás del volante ya que Juan, de 21, no tenía la edad suficiente para conducir; aunque sabía, obviamente. Cuatro años después, los hermanos se separaron y cada uno emprendió su propio camino. A esa altura ya tenían un nombre ganado gracias a buenos resultados. Claro que muchos suponían que el talentoso era uno solo, el más carismático, ese de la sonrisa fácil. Sí, Oscar…
Juan era totalmente diferente. Mucho más serio y muy metido en lo único que le importaba: su auto. Claro que llamó la atención -y mucho- con su debut como piloto: fue segundo en las Mil Millas Argentinas detrás de Juan Manuel Fangio.
“Juan es bárbaro. Quince días antes de una carrera, no va ni siquiera al cine. Vive para sus máquinas. Nunca habla mal de nadie. Nunca se quejó de nada, tampoco… Juancito fue mi mejor alumno. El que aprendió todo y me superó, llegando más lejos que yo”, resumió alguna vez Oscar sobre esa costumbre que tenía su hermano de dedicarle muchísimas horas a la preparación de su vehículo.
Tras aquel debut de 1941 y otra competencia en 1942 (nuevamente escolta del Chueco), vino el paréntesis obligado por la Segunda Guerra Mundial. Una vez que terminó el conflicto bélico, Juan nutrió su agenda de más competencias. En 1948 fueron seis carreras y su mejor resultado fue el tercer puesto en el Gran Premio de la América del Sur (la Buenos Aires-Caracas). Aunque todo mejoró en 1949. En el segundo compromiso del año, la Vuelta de Santa Fe, logró la ansiada victoria. A partir de ahí, mantuvo la costumbre que lo convirtió en el hombre a batir.
Porque esas victorias se transformaron en campeonatos y en un reinado que se extendió en el tiempo. Tanto que a veces cansaba. Y él lo sabía: “Esta es mi profesión. Mi trabajo. Correr exige un total dominio de uno mismo. Un estado físico perfecto. La menor falla en los reflejos puede ser una catástrofe… Además, tengo una responsabilidad. No se me perdona no ganar. Y en ocasiones, no me perdonan tampoco que gane…”.
Efectivamente, Juan Gálvez sabía el lugar que ocupaba en el automovilismo. Pero no era un tipo engreído. No, para nada. Juan no era así. Al contrario, defendía su método. Ese que tanto le había resultado. Era muy buen piloto, pero también un gran preparador. Por eso sus triunfos nacían en su taller y los festejaba, por decirlo de algún modo (ya que era reacio a cualquier tipo de celebración), en los caminos.
“Nunca trato de ganar por mucha diferencia. ¿Para qué voy a malgastar lo que tengo si no es necesario? Además, ganar así, humilla. Soy enemigo de derrochar lo que tanto cuesta juntar. Armar un motor significa para mí muchas horas de taller. Después ¿para qué ganar por una hora cuando puedo hacerlo por uno o dos minutos?”. Esa fue siempre su filosofía y siempre le fue bien.
No hacía maniobras espectaculares e ideaba sus estrategias en el mismo momento en que se ponía en marcha la competencia. Pero tenía como principal virtud saber dónde ir a fondo y dónde levantar, porque conocía el límite de su máquina. Mientras otros marcaban récords espeluznantes, él sabía qué tiempo hacer en cada tramo para terminar el día como el mejor de todos. “Manejaba un montón. Sobre todo en el barro. Era tranquilo ante la adversidad y nunca lo vi nervioso arriba del auto. Era reservado…”, aseveró alguna vez Raúl Cottet, uno de los seis acompañantes que tuvo en su campaña teceísta.
La última definición lo pinta de cuerpo entero. Porque Juan no era de hacer gestos ampulosos. Mantenía su seriedad siempre y solo en las largadas se lo veía levantar el brazo para saludar a sus hinchas. Porque los tenía. Aunque no tantos como Oscar, quien además de ser rápido y ganador, también tenía mucho más afinidad con el público.
ASÍ FUE LA MUERTE DE JUAN GÁLVEZ
Así fue que Juan Gálvez llegó al 3 de marzo de 1963 con nueve títulos y 56 carreras ganadas. Ese día el Turismo Carretera empezó una nueva temporada con la décima edición de la Vuelta de Olavarría, una prueba que Juan quería ganar, aunque sabía que iba a tener una dura batalla con el local Dante Emiliozzi.
Ya a esa altura de su vida (el 14 de febrero había cumplido 47), Juan era piloto, preparador, pero también empresario. “Ya hace varios años que me dedico a los negocios porque hay que pensar en el futuro. Después de todo tenemos nuestras familias y tenemos que pensar en ellos. Este año correré todas las pruebas que pueda, no sé cuantas. Pero por ahora no pienso dejar de competir”, comentó el sábado a la noche en una radio olavarriense. Pero más allá de esa reflexión, ese 3 de marzo de 1963 Juan pensó en una sola cosa: que tenía que ganar.
La lluvia del día anterior complicó las dos terceras partes del circuito. A eso se sumaron banquinas resbaladizas. La carrera se iba a largar a las 8, pero las condiciones del trazado obligaron a las autoridades a postergar la largada una hora. Emiliozzi, Ríos, Saigós, Meunier, Juancito, Pairetti, Casá y el resto partieron separados por treinta segundos.
Ya en el primer control, Gálvez lideró los relojes. Al cumplir la primera vuelta, Juan estableció 1h4m21s contra 1h4m49s de Saigós y 1h6m7s de Emiliozzi. Pese al estado de la pista, promedió 150,437 km/h. En la segunda vuelta se mantuvo al tope de la clasificación con un tiempo neto de 2h4m37s; mientras que Emiliozzi, ahora segundo, clavó 2h6m16s. En el tercero y último giro, el Gringo se acercó peligrosamente al líder, aunque a 40 kilómetros de la llegada nada hacía suponer una derrota del múltiple campeón…
El que sigue es el relato de Cottet, quien acompañó a Juan aquel día. “Se venía trabajando bien para el comienzo del torneo. Teníamos mejores bielas, más seguridad. El auto andaba al pelo, pero no contábamos con la velocidad de los Emiliozzi. En la tierra nos acercábamos y se nos iban en el pavimento… Hasta que en una curva tipo ‘ese’ se dañó un bronce de sincronizado, un freno que llevaba la caja modificada. Se rompió el de segunda y no entró el cambio. Entonces Juan quiso meter tercera y, sin fuerza, el auto se clavó. Íbamos a unos 160 o 170 km/h. Fue tremendo. Se lo llevaron al hospital en avión, y me imaginé el drama cuando me trasladaron a mí más tarde y al llegar había tanta gente llorando…”.
También es válido el testimonio de Carlos Pairetti. “Yo venía con el 6 y Juan con el 5. Esa mañana había llovido. Antes de largar había hablado con Juan. Él le quería ganar a los Gringos. En los primeros tramos sobre asfalto veníamos los dos parejos; ni él se me iba, ni yo me le acercaba. Pero cuando entramos en el barro se me escapó y no lo vi más. En la segunda vuelta, unos mil metros antes de la curva del Camino de los Chilenos, se me rompió la caja de cambios y abandoné. Mientras esperaba a que la carrera termine, noté en el cielo que los aviones de las transmisiones radiales daban vueltas en el mismo lugar. En eso viene un hombre a caballo con una radio gigante y le pregunté qué había pasado. Me comentó que había volcado Juan. Y me quedé con él escuchando qué se decía. El tema es que no informaban quién había sido. Eso creó mucha incertidumbre. Tanto que mis familiares pensaban que había sido yo, que hacía poco más de un año que competía. La angustia que tenía mi esposa fue tal que perdió un embarazo… Dos años después vino Tim, mi primer hijo”.
Ahí, en el Camino de los Chilenos, se produjo el accidente. El Ford con el número 5 en sus laterales dio cinco tumbos y se metió dentro de un campo. Juan, que no usaba cinturón de seguridad por temor a no poder desabrochárselo ante el incendio de su auto, salió despedido del habitáculo y falleció al pegar violentamente contra el piso.
En ese instante el país se detuvo porque el gran ídolo, el gran campeón del TC, encontró la muerte en una curva con la tierra aflojada por la lluvia. Todos lo lloraron. Todos quisieron que solo fuese un mal sueño, pero fue una triste realidad…
“Esta es la esencia misma del Turismo Carretera. No se puede elegir. Con lluvia o barro, o sin ellos. Y conste que no me gusta peludear con el coche en los pantanos, como si fuese un arado, en vez de un automóvil. Pero hay que correr. Para eso estamos”, dijo Juan Gálvez aquel 3 de marzo de 1963, el día que se convirtió en leyenda.
LA CAMPAÑA DEPORTIVA DE JUAN GÁLVEZ
AÑO | CARRERAS | VICTORIAS | EFECTIVIDAD |
1941 | 1 | – | – |
1942 | 1 | – | – |
1947 | 8 | – | – |
1948 | 6 | – | – |
1949 (*) | 7 | 5 | 71,43 % |
1950 (*) | 10 | 4 | 40 % |
1951 (*) | 9 | 4 | 44,44 % |
1952 (*) | 12 | 5 | 41,67 % |
1953 | 14 | 7 | 50 % |
1954 | 9 | 4 | 44,44 % |
1955 (*) | 11 | 4 | 36,36 % |
1956 (*) | 5 | 2 | 40 % |
1957 (*) | 9 | 6 | 66,66 % |
1958 (*) | 14 | 4 | 28,57 % |
1959 | 9 | 2 | 22,22 % |
1960 (*) | 13 | 8 | 61,54 % |
1961 | 1 | – | – |
1962 | 12 | 1 | 8,33 % |
1963 | 1 | – | – |
Total | 152 | 56 | 36,84 % |
(*) Temporadas en las que se consagró campeón.
TODAS LAS VICTORIAS DE JUAN GÁLVEZ
FECHA | CARRERA | RECORRIDO | PROMEDIO |
19/02/1949 | Vuelta de Santa Fe | 1.726 | 130,062 |
17/04/1949 | Mar y Sierras | 1.043 | 137,895 |
06/05/1949 | Vuelta de La Pampa | 1.526 | 134,323 |
21/06/1949 | Vuelta de Entre Ríos | 1.503 | 128,634 |
05/11/1949 | Gran Premio | 11.035 | 105,497 |
06/01/1950 | Mil Millas Argentinas | 1.609 | 125,502 |
23/04/1950 | Mar y Sierras | 869 | 96,092 |
30/04/1950 | Viña y Sierras | 336 | 124,974 |
01/12/1950 | Gran Premio | 5.780 | 121,823 |
11/02/1951 | La Tablada (Córdoba) | 375 | 121,743 |
30/09/1951 | Vuelta de Rojas | 1.054 | 139,658 |
20/10/1951 | Gran Premio | 8.457 | 111,552 |
16/12/1951 | Mil Millas Argentinas | 1.609 | 131,640 |
09/03/1952 | La Tablada (Córdoba) | 405 | 120,108 |
30/03/1952 | Mar y Sierras | 1.054 | 139,886 |
04/05/1952 | Viña y Sierras | 336 | 132,260 |
21/09/1952 | Casilda | 167 | 126,616 |
07/12/1952 | Tandil | 573 | 147,045 |
05/04/1953 | Autódromo de Mendoza | 104 | 107,620 |
10/05/1953 | Viña y Sierras Mendoza | 336 | 145,552 |
02/08/1953 | Rafaela | 323 | 143,094 |
09/08/1953 | Autódromo de Buenos Aires | 78 | 133,000 |
30/08/1953 | Vuelta de Rojas | 902 | 143,188 |
27/09/1953 | Autódromo de Buenos Aires | 78 | 131,410 |
10/10/1953 | Vuelta de Chubut | 1.011 | 145,288 |
28/02/1954 | Vuelta de Olavarría | 747 | 159,574 |
10/04/1954 | Vuelta de Santa Fe | 1.681 | 138,248 |
15/08/1954 | Autódromo de Buenos Aires | 78 | 134,100 |
14/11/1954 | Vuelta de Rojas | 791 | 127,842 |
07/08/1955 | Rafaela | 277 | 152,852 |
28/08/1955 | Mil Millas Argentinas | 1.609 | 161,861 |
11/09/1955 | Vuelta de Tres Arroyos | 737 | 185,377 |
16/10/1955 | 500 Millas Mercedinas | 804 | 143,195 |
30/09/1956 | Vuelta de Laboulaye | 577 | 81,794 |
18/11/1956 | Gran Premio | 7.447 | 107,315 |
24/03/1957 | Vuelta de Santa Fe | 962 | 145,776 |
21/04/1957 | Mar y Sierras | 1.033 | 129,305 |
05/05/1957 | Vuelta de Río Cuarto | 868 | 133,457 |
25/08/1957 | Vuelta de Hughes | 963 | 137,984 |
08/09/1957 | Vuelta de Tres Arroyos | 737 | 179,357 |
22/09/1957 | 500 Millas Mercedinas | 804 | 139,150 |
15/05/1958 | Vuelta de Santa Fe | 1.865 | 141,916 |
13/04/1958 | Mar y Sierras | 910 | 162,276 |
22/06/1958 | Vuelta de Junín | 890 | 125,822 |
05/12/1958 | Gran Premio | 5.491 | 137,516 |
19/07/1959 | Villa Carlos Paz (Córdoba) | 309 | 90,567 |
30/08/1959 | Vuelta de Nueve de Julio | 660 | 137,835 |
03/04/1960 | Mar y Sierras | 902 | 160,138 |
08/05/1960 | Vuelta de La Pampa | 647 | 157,985 |
22/05/1960 | Vuelta de Arrecifes | 560 | 161,347 |
22/06/1960 | Vuelta de Rojas | 791 | 157,917 |
07/08/1960 | Vuelta de Hughes | 604 | 156,449 |
04/09/1960 | Mil Millas Argentinas | 1.612 | 169,151 |
02/10/1960 | 500 Millas Mercedinas | 633 | 179,402 |
23/10/1960 | Vuelta de Pehuajó | 600 | 129,021 |
17/06/1962 | Vuelta de Laboulaye | 628 | 150,490 |