Casi una década antes que el efecto suelo llegara a la Fórmula 1 de la mano del inglés Colin Chapman, propietario de Lotus; el ingeniero cordobés Heriberto Pronello se encargó de demostrar que este fenómeno aerodinámico podía ser un gran aliado en el automovilismo
La creación de Pronello que ratificó esta idea fue el Huayra, un auto que tuvo su génesis en 1966 mientras trabajaba para el equipo oficial IKA y que debutó en 1969 en las pistas argentinas con mecánica Ford en el extinto Sport Prototipo.
Mientras trabajaba en los Torino y en las Liebres, que se cansaron de ganar carreras y campeonatos en el Turismo Carretera, Pronello empezó a darle forma a un auto con un profundo desarrollo aerodinámico concebido originalmente para la mecánica Tornado Interceptor.
Para comprobar la eficacia de su concepto Pronello creó un auto a escala 1/5 y lo probó exitosamente en el túnel de viento de la Universidad Nacional de Córdoba. Sin embargo, dejó el proyecto a un lado debido a las exigencias de IKA. Un amigo que vio aquella maqueta no dudó en bautizarlo como Huayra, que significa viento en la lengua quechua.
Tras marcharse de IKA, Pronello retomó el proyecto Huayra en 1968 y lo convirtió en un auto de competición. Para eso creó un chasis tubular y lo dotó de una carrocería de fibra de vidrio creada a partir de un modelo de yeso en tamaño real.
De líneas puras, sencillas y altamente estilizadas, el Huayra fue diseñado de manera que el aire no solo ofrezca la menor resistencia posible, sino que además contribuya a su performance. Casi todo en el Huayra se construyó subordinado a ese requisito, lo que denotó que más allá de la estética primó el diseño, cosa atípica para aquellos años.
Al vehículo, de 4,35 metros de largo, 1,88 m de ancho y 1,10m de alto, se lo dotó de un motor Ford V8 con cuatro carburadores Webber 48-48 verticales. Gracias a los 270 caballos de potencia y a la eficaz aerodinámica con un coeficiente de 0,22, el Huayra superaba con facilidad los 300 km/h de velocidad final.
La clave estaba en su forma alar. La aerodinámica del Huayra creaba una zona de alta presión por encima del vehículo y una de baja presión por debajo. Esa diferencia de presiones provocaba que el prototipo se pegara al suelo mejorando su agarre y velocidad en curva.
El Huayra debutó en el Sport Prototipo en 1969 con Carlos Alberto Reutemann y Carlos Pascualini como pilotos. Pese a las expectativas de Pronello y Ford, el auto tuvo varios problemas de confiabilidad. El punto más débil era el motor, algo que provocó la decisión de Reutemann de dejar el equipo.
El único éxito que logró el Huarya fue en Rafaela, el mejor escenario para demostrar sus cualidades. Reutemann marcó la pole position a 231,223 km/h; mientras que Pascualini se impuso en las dos series y se quedó con la victoria a una media de 216,078 km/h.
La falta de resultados hizo que Ford le retirara su apoyo a Pronello a fines de 1970. No obstante, el auto siguió corriendo, aunque en una versión spider ya que el reglamento había sido actualizado y permitía ese tipo de vehículos.
Después de su vida dentro de las pistas, el Huayra se convirtió en un auto de calle. Todo gracias a Osvaldo Buzzurro, que estaba buscando alguna Liebre III o algo similar para hacerse un auto de calle que saliera de lo común.
Pronello le ofreció un Huayra spider que había sido preparado como muletto al que se le colocó un motor Chevrolet. Se lo denominó Huayra Pronello Stradale y se lo adaptó para su uso en la calle. Pronello intentó hacer una serie limitada de este modelo, pero el proyecto jamás se concretó…
Uno de los Huayra utilizados en 1969, el chasis N° 002, ha llegado hasta nuestros días gracias al empresario Ricardo Zeziola que lo restauró con el asesoramiento del propio Pronello. El auto reconstruido se probó por primera vez el 2 de junio de 2010 en el autódromo de Buenos Aires logrando superar los 240 km/h.
Este ejemplar, que en sus laterales luce el N° 17 porque fue el que usó Pascualini cuando ganó en Rafaela, será exhibido en la edición 2023 del Festival de la Velocidad de Goodwood, que se realizará del 13 al 16 de julio, merced a la gestión de Sergio Rinland. Además de subir la histórica trepada compartirá espacio con prototipos que corrieron en las 24 Horas de Le Mans por tratarse de un vehículo de similares características.
Pero eso no será todo. Durante su visita a Inglaterra, el Huayra será probado en un túnel de viento para confirmar cuán adelantado estaba a su época…
Automóvil fabricado en Villa Nueva provincia de Cba. Taller ubicado en las calles Carranza y Comercio ahí se encontraba Heriberto y a veces su papá que manera de desfilar pilotos de la época en esos tiempos y fue la época dorada de nuestro automovilismo todo nacional nada que envidiar a Europa
Diego , cuando hables de la restauración del Huayra de Ricardo Zeziola , no te olvides de mencionar a Hugo Narváez en el chasis y mecánica y a Fermín Feijóo en la carrocería