El próximo viernes 1 de noviembre, Argentina podría dar un paso importante hacia su regreso al calendario de la Fórmula 1. En una reunión exploratoria en la que participarán Stefano Domenicali, CEO de la F1; Daniel Scioli, secretario de Turismo y Deportes de la Nación; y César Carman, presidente del Automóvil Club Argentino, se analizarán las posibilidades de traer nuevamente la F.1 al país, una misión ambiciosa pero plagada de desafíos logísticos y económicos.
La llegada de Franco Colapinto al Mundial ha despertado un renovado interés por la máxima categoría en Argentina, aunque las dificultades para lograr una homologación del autódromo de Buenos Aires y financiación adecuada hacen que este sueño sea, por el momento, incierto.
Durante un evento organizado por Globant, la empresa argentina que es partner de la F.1 y respalda la participación de Colapinto en Williams, Domenicali habló sobre la posibilidad de sumar a Argentina al calendario: “Somos un campeonato mundial, pero como en cualquier matrimonio, hay que ser dos. Estamos preparados para ver si alguien lo está”.
Más allá de la “puerta abierta” que dejó Domenicali con sus palabras, Argentina enfrentará grandes desafíos para volver al calendario de la F.1 -algo que no sucede desde 1998- especialmente considerando que el 25% de los Grandes Premios actuales ya se realizan en América. Con eventos en Miami, Canadá, Austin, México, Brasil y Las Vegas, la categoría ya tiene una presencia significativa en el continente, lo cual podría complicar la posibilidad de sumar a Buenos Aires en el corto plazo.
Además, a nivel económico los requisitos son abrumadores. El Autódromo de Buenos Aires necesita una actualización significativa para cumplir con los estándares de la FIA. Aunque en el mediano plazo se espera alcanzar el Grado 2, necesario para competencias internacionales de primer nivel, las mejoras están diseñadas para facilitar la transición al Grado 1 en el futuro.
En su reciente visita al país, el veedor de la FIA, Carlos Beltrán, sugirió que las obras deben incluir la ampliación de boxes y el rediseño del circuito, entre otras remodelaciones. El costo de estas obras podrían superar los 70 millones de dólares. Además, asegurar un lugar en el calendario costaría unos 35 millones de dólares anuales, un monto difícil de asumir para un país con una economía en dificultades.
En este contexto, Scioli ha subrayado que el apoyo del sector privado será esencial para que el proyecto avance, aunque también podrían intervenir tanto el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires como la Nación.
El trazado propuesto sería una nueva versión del Circuito N° 12 con varias modificaciones, como la creación de una primera curva más segura y una variante en el ingreso al icónico curvón Salotto para no llegar con tanta velocidad. Además, se deberían ampliar ciertos sectores del circuito para cumplir con las especificaciones de la FIA, un esfuerzo titánico pero necesario si Argentina desea que la Fórmula 1 vuelva a rugir en sus pistas.
La reunión del 1 de noviembre marca el comienzo de un proceso de evaluación en el que las autoridades argentinas deberán demostrar que cuentan con la capacidad económica y técnica para cumplir con las exigencias de la F.1. El entusiasmo de los fanáticos y la creciente popularidad de Franco Colapinto han reavivado el sueño de muchos, pero la realidad impone sus limitaciones.
Si Argentina logra llevar a cabo las obras necesarias y asegurar el financiamiento adecuado, la posibilidad de ver a la F.1 nuevamente en Buenos Aires podría convertirse en una realidad en un futuro cercano. La jornada será clave para comenzar a construir las bases de este ambicioso proyecto, que depende tanto del apoyo privado como de la decisión de la categoría de expandirse aún más en el continente americano.