![Roy John James: El aspirante a piloto de Fórmula 1 que participó en un famoso asalto](/wp-content/uploads/2023/11/Roy-James-2.jpg)
Pocas personas en el mundo han desafiado los límites entre la velocidad en la pista y la adrenalina del crimen como el británico Roy James. Nacido en 1935, este platero de Harrods fue un hábil piloto que escondía un oscuro secreto: financiaba sus participaciones en diferentes categorías como conductor de escape en robos.
A principios de los ‘60, James dejó atrás su oficio y se lanzó a correr en monopostos, adquiriendo un auto que había pertenecido a Jack Brabham. El dinero para comprar el vehículo lo consiguió de su labor como conductor estrella de la pandilla de Bruce Reynolds, quien tenía muchas conexiones en el automovilismo.
![Roy John James: El aspirante a piloto de Fórmula 1 que participó en un famoso asalto](/wp-content/uploads/2023/11/Roy-James.jpg)
La banda de Reynolds realizaba robos en Londres, en el sur de Inglaterra e incluso en Francia. A fines de 1962, James participó de un atraco en el aeropuerto de Heathrow y con su parte del botín se dio el gusto de comprarse el Brabham BT6-Ford.
Pero la vida de James cambió en 1963. La veintena de triunfos en la Formula Junior y la Fórmula Libre alimentaron sus sueños de convertirse en piloto de Fórmula 1, aunque sabía que para eso debía conseguir una buena cantidad de dinero.
Mientras disfrutaba de sus éxitos en la pista y participaba en asaltos menores para financiar sus participaciones en el automovilismo, Reynolds le hizo una oferta que no pudo rechazar: participar del robo del tren del Correo Real que transportaba una gran cantidad de billetes usados. El “sí” de la Comadreja, como le decían a James, fue rotundo.
![Roy John James: El aspirante a piloto de Fórmula 1 que participó en un famoso asalto](/wp-content/uploads/2023/11/Gran-Robo-al-Tren.jpg)
El 8 de agosto de 1963, James, Reynolds y otros 15 delincuentes abordaron un tren nocturno con destino a Glasgow cuando se encontraba en un puente ferroviario cercano a Aylesbury, a 65 kilómetros de Londres. La profesionalidad con la que ejecutaron el asalto asombró a todos: sacaron 120 de 128 sacos de billetes en menos de media hora. El Gran Asalto al Tren había sido perpetrado…
La cuantiosa suma de 2.5 millones de libras esterlinas, hoy equivalente a unos 60 millones de dólares, hizo que James se imaginara corriendo toda una temporada en la F.1. Sin embargo, no pudo zafar del largo brazo de la ley…
El que parecía ser un plan perfecto contó con un error que terminaría con la identificación y posterior detención de la mayoría de los artífices del robo. La banda se escondió en una granja a la espera de que la tensión se rebajara. Un vecino alertó a Scotland Yard de los extraños movimientos producidos en el lugar, pero cuando esta llegó ya no había rastro de los ladrones ni del botín.
Sin embargo, los delincuentes se olvidaron un tablero de Monopoly con el que habían estado jugando, el cual contenía sus huellas dactilares. Eso permitió su identificación y, poco a poco, todos fueron arrestados.
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A pesar de su captura y condena a 30 años, la conexión de James con el automovilismo persistió. Tras su liberación en 1975 -luego de pasar once años en prisión- intentó un regreso a las pistas, aunque un grave accidente frustró sus esperanzas.
Pero James logró llegar a la F.1, aunque no como hubiese querido. Su amigo Bernie Ecclestone, a quien varias veces se lo vinculó con el robo al tren, le ofreció una posición única en la máxima categoría: usar su oficio de orfebre para crear los trofeos que se le entregaban a los promotores de los Grandes Premios.
Aunque trató de encausar su vida, no lo consiguió. James estuvo involucrado en evasiones fiscales y hasta en un intento de homicidio por el que pasó seis años más tras las rejas. Problemas cardíacos lo aquejaron, llevándolo a una cirugía de triple bypass. Liberado en 1997, murió poco después por complicaciones cardíacas. Tenía 63 años.
Roy James, el piloto delincuente, fusionó la emoción de las carreras con los riesgos del crimen, creando un capítulo único en la historia del automovilismo. Su doble vida, entre el asfalto y la clandestinidad, sigue siendo un enigma, recordándonos que, a veces, las historias más extraordinarias se escriben en los márgenes de la legalidad.