Entre fines de 2009 y principios de 2010, José María López vivió los días más intensos de su vida deportiva. Hacía solo tres años que se había insertado en el automovilismo argentino después de un paso exitoso en Europa que le había permitido ganar carreras y campeonatos y hasta ser parte del equipo Renault de Fórmula 1.
Su regreso a la Argentina, donde solo había competido en karting, se produjo en 2007 después de romper relaciones con el Rombo, que había decidido apuntalar los ingresos a la Máxima del finlandés Heikki Kovalainen y el brasileño Nelson Piquet Jr, sus compañeros en el Renault Driver Development.
López encontró lugar en el TC2000, donde enseguida se destacó como miembro del equipo oficial Honda. En ese 2007, que alternó con un par de pruebas en el campeonato de FIA GT, disputó once carreras y logró tres victorias. En 2008 brilló y logró el título, algo que también hizo en 2009. Ese año, incluso, consiguió el cetro en el Top Race y peleó hasta el final por la corona del Turismo Carretera. Así, Pechito había demostrado que pese al sinsabor de no concretar su gran anhelo de llegar a la F.1, mantenía su talento y calidad intacta.
Por esas cosas del destino, las puertas de la Máxima se le volvieron a abrir en ese 2009 en el que ganó “casi” todo. La Federación Internacional del Automóvil decidió permitir el ingreso de nuevos equipos al Mundial y ahí surgió una nueva chance para el cordobés, que en ese entonces tenía 25 años.
Hubo algunas charlas con el team regenteado por Adrián Campos, que luego se convirtió en el Hispania Racing; y también con el USF1, una escuadra estadounidense que tenía como cabezas visibles al ingeniero Ken Anderson y al periodista Peter Windsor.
Entre noviembre y diciembre de 2009 hubo infinidad de charlas telefónicas entre el equipo yanqui y Pechito, hasta que finalmente se cerró el trato. Fue así que el 22 de enero de 2010, López fue anunciado como uno de los pilotos de la nueva escudería USF1 Team. Tres días después, el cordobés y el propio Windsor fueron recibidos en la Casa Rosada por la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner.
De los ocho millones de dólares que necesitaba Pechito para solventar su ingreso a la Fórmula 1, Windsor y Anderson ya tenían dos millones en el bolsillo. Ese dinero había salido de algunos patrocinadores, la propia familia del piloto, la categoría Top Race y el gobierno argentino.
Todo era color de rosa hasta que las palabras de Bernie Ecclestone, entonces mandamás de la F.1, se hicieron realidad. El británico había dicho en repetidas oportunidades que el USF1 no iba a correr porque no tenía nada armado, algo que contrastaba con lo que mostraba el equipo, que solía distribuir videos en los que se veía a sus ingenieros trabajar en los autos en la sede de Carolina del Norte.
Solo un mes duró la ilusión de los argentinos de tener nuevamente a un compatriota en la grilla de los Grandes Premios porque a principios de febrero, mientras las escuderías presentaban sus modelos, quedó expuesta la gran estafa del USF1: el equipo no tenía recursos para financiar su participación y el auto del que tanto se hablaba era solo un monocasco. La Fórmula 1 había sido estafada, la Federación Internacional del Automóvil había sido estafada y José María López había sido estafado…
“La construcción de ese proyecto fue una etapa muy linda porque se dio en una época en la que a mi me estaba yendo muy bien en la Argentina. En aquel 2009 casi gané los tres campeonatos. Pero me quedó la espina y el mal recuerdo de que se nos vendió una mentira, de que nos hayan tomado el pelo y de haber quedado mal con un montón de gente que se había comprometido en el proyecto”, recordó Pechito en una entrevista al programa MundoSport.
“Yo siempre digo que si no lo hubiera intentado no me hubiera quedado tranquilo. Ahora puedo decir que se intentó, que se llegó muy lejos y que estuvimos a nada de lograrlo… Muchas veces a nosotros (los argentinos) se nos tilda de que somos desprolijos o desordenados, pero en este caso nos tocó a nosotros que nos tomara el pelo gente de Estados Unidos”, agregó.
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Tras este fiasco la historia se volvió a repetir para Pechito. Tuvo que quedarse a correr en la Argentina y volvió a destacarse con más victorias en todas las categorías en las que participó y un nuevo título en 2012 en el renovado Súper TC2000. Una buena actuación, con triunfo incluido, en la visita del WTCC a Termas de Río Hondo (Santiago del Estero) en 2013 le permitió volver al Viejo Continente de la mano de Citroën, marca con la que ganó los cetros mundiales en 2014, 2015 y 2016.
Con esos laureles bajo el brazo llegó al Mundial de Resistencia para correr con un prototipo de Toyota, con el cual en la actualidad está peleando por el cetro junto a sus compañeros, el inglés Mike Conway y el japonés Kamui Kobayashi.
Windsor, inexplicablemente, anda por el paddock de la F.1 como si nada hubiera pasado. Siempre le tiró toda la responsabilidad de Anderson, aunque jamás ninguno de los dos devolvió el dinero que se llevaron de la Argentina. Será por eso que Pechito lo tiene en la mira: “Él fue el que vino y dijo que sí a todo. Incluso se juntó con la presidenta… Y lo hizo sabiendo que esto no se iba a dar”.