Al momento de hablar de los grandes rivales que tuvo el brasileño Ayrton Senna durante su campaña en la Fórmula 1 siempre se destaca la figura del francés Alain Prost ya que ambos protagonizaron grandes batallas, incluso cuando eran compañeros de equipo en McLaren. Sin embargo, hubo otra persona que bien podría ser calificada como el “archienemigo” del paulista, aunque jamás se midieron dentro de una pista.
Se trata del galo Jean-Marie Balestre, quien fue en su momento el máximo referente dirigencial del deporte motor como presidente de la Federación Internacional del Automovilismo Deportivo (FISA), entre 1978 y 1991; y la Federación Internacional del Automóvil (FIA), entre 1985 y 1993.
Balestre, nacido el 9 de abril de 1921 en Saint-Rémy-de-Provence, llegó al automovilismo a través de periodismo como responsable de una exitosa revista sobre automóviles llamada Auto Journal. Muchos años antes de eso, en plena Segunda Guerra Mundial, tuvo un paso por organizaciones Nazis. Según él mismo porque era agente secreto de la resistencia francesa, aunque los detalles de sus actividades durante el conflicto jamás fueron confirmados.
En 1950 participó de la fundación de la Federación Francesa de Automovilismo Deportivo (FFSA) y once años después fue designado como el primer presidente de la Comisión Internacional de Karting de la FIA.
Durante sus primeros años al frente de la FISA le tocó solucionar el conflicto con la Asociación de Constructores de Fórmula 1 (FOCA), encabezada por Bernie Ecclestone con el asesoramiento de Max Mosley.
La disputa, que estuvo cerca de dividir a la categoría, se extendió por tres años (1980 a 1982), pero terminó de manera feliz con el Pacto de la Concordia promovido por Balestre que estableció el reparto del dinero generado por el Mundial.
El directivo francés también fue quien estableció la necesidad de pruebas de choque específicas para los Fórmula 1, una medida que mejoró significativamente la seguridad de la disciplina.
La rivalidad entre Balestre y Senna comenzó en el momento en que el sudamericano dio muestras de que había llegado a la F.1 para lograr grandes cosas. En aquel recordado Gran Premio de Mónaco de 1984, en el que Senna le arrebató el primer lugar a Prost bajo un diluvio, Balestre fue quien le ordenó al director de la carrera, el ex piloto belga Jacky Ickx, que pusiera la bandera roja, una medida que favoreció al compatriota del titular del ente rector.
A partir de ahí tuvieron diversos cruces. A Balestre jamás le importó dejar claro que Senna no le caía bien. De hecho, en el Gran Premio de Bélgica de 1989 se atrevió a ningunear a Senna, ganador de la carrera en Spa-Francorchamps, a levantar los brazos de Prost y Nigel Mansell, los escoltas…
Pero la batalla más recordada entre ambos tuvo como escenario el Gran Premio de Japón de ese mismo año cuando Senna y Prost se tocaron en plena definición del cetro. El francés abandonó, pero el brasileño siguió después de ser ayudado por los auxiliares de pista y volver al trazado por una calle auxiliar.
Senna ganó la competencia, pero Balestre fue implacable: lo desclasificó por recibir ayuda externa y no hacer correctamente el circuito, algo que dejó la corona en manos de Prost.
Todo lo sucedido enfureció a Senna, que acusó al directivo de la FIA de hacer todo lo posible para favorecer a Prost. “Está claro que los grupos de presión políticos y económicos manipularon todo entre bastidores para convertir a Prost en campeón mundial”, dijo Ayrton. Esa frase fue tomada como una declaración de guerra por Balestre, que le retiró temporalmente la súper licencia.
Pese a que cada vez que Balestre actuaba siempre el favorecido era Prost, en la definición del título de 1990 en la que Senna y el galo se tocaron por un incidente causado adrede por el brasileño -como reconoció tiempo después- el presidente de la FIA se mantuvo al margen y nada sucedió. Tal vez sintió que habían quedado a mano porque varios años después confesó que en 1989, efectivamente, había actuado para beneficiar a su compatriota…
Balestre abandonó la FIA en 1993 y le dejó su lugar a Mosley, quien acumuló más votos. Tras perder el mandato del ente rector se concentró en la Federación Francesa, que dirigió hasta 1996. Murió el 27 de marzo de 2008, a los 86 años.