La Fórmula 1 suele ser ingrata. Hay personas que lo aceptan y siguen adelante y otras que no, que prefieren tomarse venganza. Aquellos que conocieron a Nigel Thomas Stepney afirman que estaba en el segundo grupo y que las acciones por las que trascendió en la Máxima tenía un objetivo: desquitarse del equipo que le había dado la espalda.
Oriundo de Ufton, un pequeño pueblo del condado inglés de Warwickshire, soñaba desde chico con ser parte de la F.1. Su oportunidad surgió en 1977, cuando a los 19, fue contratado como mecánico de Shadow.
Cuando el italiano Elio de Angelis, uno de los pilotos del entonces equipo británico que tuvo sus orígenes en Estados Unidos, decidió emigrar a Lotus, Stepney le siguió los pasos. Con el paso del tiempo el técnico optó por hacer su propio camino, aunque siempre en busca de una mejor posición.
Llegó a Benetton a fines de los ’80. Allí fue parte del grupo de trabajo que le permitió al team de los Colores Unidos llevar al doble título de1994 y 1995 al alemán Michael Schumacher, algo que también le abrió las puertas en Ferrari.
Cuando la Scuderia reclutó a Schumi también contrató a los ingenieros Ross Brawn y Rory Byrne, para que se hicieran cargo del aspecto técnico de los vehículos; y al propio Stepney para desempeñarse como jefe de mecánicos, nada menos.
La capacidad de Nigel le permitió ascender rápidamente hasta ser gerente técnico de pruebas y carreras. Allí desempeñó un papel clave en la coordinación de las actividades del equipo y en garantizar que su preparación y confiabilidad fueran de un alto nivel.
Todo era color de rosa -o rojo, mejor dicho- en la vida de Stepney. Lo respetaban y lo consideraban como una pieza clave para el presente que vivía el Cavallino Rampante, que había iniciado en 2000 una seguidilla de victorias y títulos.
Cuando a fines de 2006, Brawn decidió dejar Ferrari para tomarse un año sabático (en 2007 se sumó a Honda), Stepney estaba convencido que el puesto de director del equipo sería para él. Sin embargo, la gerencia lo mandó a trabajar a la fábrica de Maranello. Ahí el inglés se dio cuenta cuán ingrata podía ser la Fórmula 1…
Aceptó su nuevo puesto, pero a regañadientes. En su interior estaba furioso y no veía el momento de tomarse revancha de lo sucedido. Pensó una y otra vez en cómo desquitarse y fue ahí cuando decidió que la mejor manera de hacerlo era dejar al descubierto los secretos que tanto guardaba Ferrari.
Stepney encontró alguien interesado en esa información: su compatriota Mike Coughlan, de McLaren. El técnico del team Woking, tan inescrupuloso como su colega, aceptó la información ofrecida y para no perderse detalles mandaba a fotocopiar los documentos a una librería cercana a su domicilio.
El dueño de esa fotocopiadora fue clave para que los planes de Stepney salieran a la luz. A través de un mail alertó a Ferrari que periódicamente la esposa de Coughlan le dejaba para fotocopiar papeles con el membrete del Cavallino Rampante.
Los italianos tomaron el asunto con cautela e iniciaron una investigación interna sobre Stepney hasta que finalmente consiguieron las pruebas suficientes para acusar a su empleado de espionaje industrial.
En su intento de sacarse cualquier responsabilidad por lo sucedido, Stepney llegó a decir que su idea original era poner sus propuestas en común con alguien sin la intención de que nadie se beneficiase y recalcó que nunca hubiera imaginado que McLaren haría uso de esos datos. “Alguien utilizó esta información más de lo que yo pensaba; no debería haber sido utilizada hasta ese extremo”, afirmó.
Lo cierto es que Coughlan sacó el máximo provecho de los 800 folios que Stepney puso a su disposición para crear el McLaren MP4/23-Mercedes utilizado en 2007. Tal es así que el italiano Luca di Montezemolo, entonces titular de la marca italiana, hacía referencia a este vehículo como “el Ferrari de plata”.
El acto de despecho de Nigel Stepney tuvo serias consecuencias. La Federación Internacional del Automóvil multó a McLaren con 100 millones de dólares, además de sacarle todos los puntos sumados en la Copa de Constructores.
Coughlan debió pagar 180.000 euros de multa; mientras que otros tres empleados de McLaren que habían accedido a esa información (Paddy Lowe, Jonathan Neale y Rob Taylor), otros 150.000 euros.
Stepney fue condenado a veinte meses de prisión y se le impuso una multa de 600 euros por “sabotaje, espionaje industrial, fraude deportivo e intento de lesiones graves”. La sentencia se redujo después de que entró en un acuerdo con la fiscalía.
Con esa mancha en su trayectoria, que hasta ese momento era impecable, siguió en el automovilismo como director de equipo y jefe de mecánicos de JRM Racing en el Mundial de Resistencia.
El 2 de mayo de 2014, a los 56 años, Nigel Thomas Stepney fue encontrado muerto dentro de su vehículo en la autopista M20 en Ashford, en el condado de Kent. La investigación forense concluyó que la causa de su deceso había sido suicidio…