El equipo Red Bull de Fórmula 1 continúa envuelto en un mar de controversias y tensiones internas. Los últimos acontecimientos han puesto en evidencia una situación inusual, donde el accionista mayoritario, Chalerm Yoovidhya, ha enviado a un representante para vigilar de cerca los movimientos dentro de la sede en Milton Keynes.
El empresario tailandés, que tiene el 51% de la empresa austríaca, ha optado por una medida poco convencional para asegurar su influencia en la dirección del team que vive una situación particular debido a la denuncia de comportamiento indebido por parte de Christian Horner, responsable del team, hacia una empleada del grupo.
Es por eso que Yoovidhya decidió enviar a un miembro de su familiar para evaluar las operaciones internas de Red Bull Racing, en un aparente intento por aumentar su papel en la gestión del estructura que ha dominado los últimos años de la F.1 con el neerlandés Max Verstappen.
Estas acciones no hacen más que aumentar la presión sobre Horner, quien ya se encuentra en entredicho debido a las acusaciones de la empleada, que decidió llevar el caso al Comité de Ética de la Federación Internacional del Automóvil.
La incertidumbre sobre el futuro de figuras clave como el propio Verstappen, Helmut Marko y Adrian Newey, sumado al vacío dejado por el fallecimiento de Dietrich Mateschitz, plantea interrogantes sobre la estabilidad y el liderazgo dentro del equipo.
Yoovidhya tiene la posibilidad de ejercer un mayor control sobre la dirección de la escudería y se especula que su objetivo principal es consolidar su dominio, especialmente en un contexto de cambios y turbulencias internas.