Parece difícil de aceptar que un piloto que fue cuatro veces campeón del mundo de la Fórmula 1 y que se ubica en el tercer puesto entre aquellos con más triunfos en la historia de la categoría -el segundo en actividad- esté luchando por entrar en la zona de puntos de los Grandes Premios con una Ferrari. Pero este es el triste presente que le toca vivir al alemán Sebastian Vettel, quien el próximo fin de semana encarará sus últimas cinco carreras con la mítica Scuderia.
Por más que en el equipo de Maranello afirman que los autos de Vettel y de su compañero, el monegasco Charles Leclerc, son exactamente iguales, los resultados que obtienen uno y otro indican lo contrario.
Mientras el joven corredor, con futuro confirmado en la estructura de Maranello, aspira a conseguir el tercer escalón del podio como mejor resultado ante la superioridad de Mercedes y sus pilotos, el inglés Lewis Hamilton y el finlandés Valtteri Bottas; el germano lucha en el fondo del pelotón con la única meta de sumar algún que otro punto.
Por eso si uno lo busca en la tabla de posiciones hay que bajar la mirada para encontrarlo en un opaco 13° puesto con 18 unidades; muchas menos que las 75 acumuladas por su coequipier.
Como si eso fuera poco, los comentarios e indirectas de Mattia Binotto, responsable del team, tampoco le ayudan a pasar el mal trago. El italiano lo trata de un segundo piloto de primer nivel y le exige resultados a la altura de sus pergaminos con una máquina que, evidentemente, no es tan competitiva como dicen. Es que por más talentoso que sea Leclerc es difícil suponer que en sus muñecas tenga más de un segundo sobre Vettel, aunque también es verdad que en las últimas temporadas el germano ha cometido algunos errores de principiantes.
¿Pero en qué momento y por qué se rompió el romance entre Vettel y Ferrari? Esta historia comenzó a mediados de este año cuando el piloto, en plena negociación con la Scuderia, divulgó a los medios de su país algunos aspectos confidenciales de la renovación con el aparente objetivo de presionar a sus patrones. Evidentemente, esa estrategia no cuajó en Binotto, que poco tardó en fichar al español Carlos Sainz para que fuera su sustituto.
Sin chances de despedirse de la Rossa por la puerta grande uno se pregunta hasta cuándo resistirá Vettel a ser ninguneado por Ferrari, que con justa razón concentra todos sus esfuerzos en darle lo mejor a Leclerc, su joven estrella.
Es posible que Seb ya esté resignado y que en lugar de preocuparse por este presente, esté mentalizado en su futuro: correr en 2021 con Aston Martin, el competitivo Racing Point con nuevo nombre.