Aquellos que trataron con Enzo Ferrari afirman que era un hombre extraño y complejo dueño de una fuerte personalidad. Esas características, sumadas a sus dotes de organizador, le permitieron crear una de las marcas de automóviles más emblemáticas del mundo. Las carreras, en general, y la Fórmula 1, en particular, tuvieron mucho que ver en el proceso de trasformar un simple sueño en una exitosa realidad.
Uno de los secretos de Il Commendatore no solo era construir autos veloces, sino también tener a los mejores conductores posibles para vencer a sus rivales. Su relación con ellos fue cordial, siempre y cuando se mantuvieran respetuosos de la historia de la Scuderia.
“¿Quién fue el más grande corredor de todos los tiempos? Esa pregunta me la formularon varias veces, pero no es posible dar una respuesta. No se puede clasificar juntos, aunque fuera idealmente, a pilotos que han actuados en tiempos diversos sobre terrenos distintos y en condiciones técnicas profundamente diferentes. Cada piloto, en mi concepto, no debe ser juzgado de forma separada de su época, por lo tanto todo parangón es improcedente. Se podrá, a lo sumo, intentar aproximaciones subjetivas”, afirmó alguna vez.
Pero Don Enzo se tomó su tiempo y en 1983, cinco años antes de su muerte; publicó un libro dedicado a los corredores al que tituló Pilotos, qué gente. Allí rescató las características de aquellos conductores que pasaron por su equipo.
Obviamente, en ese racconto tuvo en cuenta a los tres únicos argentinos que le dieron victorias en la Máxima: Juan Manuel Fangio, campeón con la Scuderia en 1956; José Froilán González, que le dio su primer éxito en la F-1 y, además, un triunfo en las 24 Horas de Le Mans; y Carlos Reutemann, quien ganó cinco Grandes Premios con un auto de la Rossa. Así opinaba de ellos…
ENZO FERRARI Y LOS ARGENTINOS QUE CORRIERON EN SU EQUIPO
JUAN MANUEL FANGIO, UN HOMBRE INDECIFRABLE
“Hablando de los grandes ases del volante, uno de los nombres al que se recurre más frecuentemente es el de Juan Manuel Fangio. Sobre este gran campeón se han oído juicios discordantes, tanto sobre el piloto como sobre el hombre. Como hombre, Fangio ha permanecido indescifrable para mí.
He escrito largamente acerca de ciertas conversaciones nuestras conducidas a través de interpósitas personas, de ciertas sonrisas impenetrables, hasta el momento de nuestra reencontrada amistad. Su estatura competitiva de remate era, en cambio, indiscutible. Poseía una visión de la carrera decididamente superior; un equilibrio y una inteligencia combativa culminante y una seguridad en la conducta de carrera verdaderamente singular. Creo que difícilmente podremos volver a tener un as capaz de tan astuta continuidad en el éxito.
Jamás se ‘casó’ con ninguna marca: consciente de su capacidad, persiguió todas las posibilidades de pilotear permanentemente el mejor auto del momento. Lo logró, obteniendo cinco títulos. Asimismo, vale recordar que siempre luchó no solo por el primer puesto sino también por las colocaciones de zaga con tal de llevar su máquina a la meta”.
JOSÉ FROILÁN GONZÁLEZ, UN VOLANTE VALEROSO
“No había afinidad entre Fangio y él. En cierto sentido, González era el tipo opuesto. El Cabezón, como todos lo llamaban, era exactamente lo contrario de la continuidad y regularidad de Fangio. Alternaba períodos felicísimos de velocidades inusitadas, directamente desconocidas, con pausas alarmantes.
Cuando se encontraba en la punta disminuía el ritmo hasta hacerse, inexplicablemente, superar. Cuando perseguía era un demoledor de adversarios. Confieso no haber comprendido jamás por qué este piloto presentaba una sinuosidad así de extraordinaria en el comportamiento en carrera.
Debo concluir sosteniendo, no obstante, que fue un volante valeroso, emprendedor y generoso. No puedo olvidar que le brindó a la casa Ferrari satisfacciones magníficas, ya en Silverstone, cuando por primera vez logró batir a las escuderías Alfa Romeo y Mercedes, como en la Argentina, cuando derrotó por dos veces consecutivas más a los Mercedes o en Le Mans, en una edición de las 24 Horas para el infarto”.
CARLOS ALBERTO REUTEMANN, UN TRABAJADOR
“Es un muy serio profesional y goza de mi estima. Es un trabajador concienzudo, tiene óptima sensibilidad mecánica y es voluntarioso en ese delicado trabajo de la puesta a punto del auto que es condición esencial para conquistar el éxito…”.
