Si hay algo que diferencia al rally Dakar del resto de las competencias de cross country que se disputan alrededor del mundo es su espíritu de aventura. Y no es para menos ya que el nacimiento de esta prueba fue justamente una aventura. Su protagonista fue el motociclista francés Thierry Sabine, quien decidió crear la competencia a partir de una experiencia personal. Fue cuando se extravió mientras disputaba el rally Abidjan-Niza de 1977.
En aquel entonces la navegación no era tan sencilla como ahora, donde un GPS puede llevarnos a destino rápidamente. Solo se contaba con brújulas y mapas. Sabine perdió el rumbo en medio de la etapa Dirku-Madama, cuando venía cuarto en la general, y estuvo dos días abandonado a su suerte en medio del desierto de Libia.
“Me doy cuenta que estoy en una situación incómoda y difícil. No tengo ni brújula ni reloj, que se estropearon en una caída mientras trataba de hallar la ruta perdida… Hace dos días y dos noches que estoy perdido en el desierto, bajo un sol que comienza a hacerme perder la razón. La total ausencia de sombra es una sensación opresora, que engendra un sentimiento parecido al de la claustrofobia… Mientras camino en calcetines sobre la arena y succiono las piedras para provocarme saliva, comprendo que mi vida vale cada vez menos. Es entonces cuando prometo que si salgo vivo de esta experiencia sacaré todo lo superficial que contenga mi existencia”, relató Sabine en su libro París-Argel-Dakar.
Mientras deambulaba por el caluroso desierto, un grupo de diez amigos estaban organizando su búsqueda cuando fueron detenidos por Jean-Claude Bertrand, responsable de aquella carrera. “No quiero tener que buscarlos a ustedes también”, les avisó.
El propio Bertrand encabezó el operativo rescate del motociclista perdido, a quien localizaron gracias a la enorme cruz de piedras que había hecho durante su tortuosa estadía. Después de salvarlo, Bertrand fue muy claro con Thierry: “Desde este momento, tienes vida extra”, le dijo. Mientras el helicóptero levantaba vuelo, Sabine se prometió volver a ese desierto que lo marcó profundamente y que desarrolló en él un instinto y una sensibilidad muy particulares. Cumplió con su palabra y regresó, pero no fue solo…
El 26 de diciembre de 1978, casi un año después de aquella increíble aventura, 182 vehículos se reunieron en la Plaza del Trocadero, a la vera del río Sena y al otro lado de la Torre Eiffel, para realizar un periplo de 10.000 kilómetros por terreno desconocido através de Argelia, Níger, Malí, Alto Volta y Senegal.
Un total de 74 pioneros llegaron a Dakar, la capital senegalesa. El primero en arribar, y el que abrió el palmarés de la carrera, fue el galo Cyril Neveu, en una Yamaha 500 XT.
Pero en esta experiencia inicial, los tiempos y la clasificación final no importaron mucho ya que la esencia fue el autodescubrimiento, la aventura y superar las propias limitaciones. Todo un concepto que Sabine resumió con una frase que aún hoy se mantiene: “Un desafío para aquellos que parten. Un sueño para quienes se quedan”.
Ya no como piloto, sino como organizador, Thierry Sabine vio crecer esta difícil y compleja carrera. Y, lamentablemente, también encontró la muerte en ella. El 14 de enero de 1986 falleció en un accidente cuando el helicóptero con el que recorría la ruta de la prueba se estrelló con una duna de 30 metros. Solo habían pasado nueve años desde que lo habían encontrado moribundo en el desierto libanés…
Establecido en Sudamérica entre 2009 y 2019 y desde 2020 desandando los caminos de Arabia Saudita, el rally Dakar sigue con su enorme historia. Cada año cientos de pilotos largan con el sueño de llegar a la meta y en cada uno de ellos se refleja el espíritu aventurero de Sabine, el padre de la carrera más extrema del mundo.