Además de ser una gran estrella de rock, David Bowie (8 de enero de 1947- 10 de enero de 2016) era un verdadero apasionado de la mecánica y de los autos. Según Angela Barnet, su primera esposa, cuando el Duque Blanco “no estaba en el piano, estaba debajo del auto con su overol”.
Los clásicos eran sus favoritos y gracias a los derechos que cobraba por sus canciones, pasó de un Riley negro de 1.5 litros a una versión en rojo de 2.5 litros, para finalmente llegar a un Riley Gamecock de carreras de 1.100 cc, con bastidor de madera de los años 30.
Bowie también era amante de las dos ruedas y en el garage de su casa tenía una Harley-Davidson Heritage Softail, uno de los modelos más clásicos del fabricante estadounidense.
Esa pasión que Bowie sentía por los autos le permitió intervenir un MINI en 1999 al conmemorarse el 40 aniversario del pequeño vehículo inglés. Su creación, que se destacó por estar totalmente metalizada, estuvo expuesta durante tres semanas en el London Design Museum. “El MINI es para los estacionamientos lo que el sandwich es para el hambre. Es un clásico de diseño perfecto”, dijo durante la presentación de su obra.
Como no podía ser de otra manera, Bowie se inspiró en un auto para crear una canción que en su letra expresa la frustración de cometer el mismo error una y otra vez. Esta historia que canta con su particular voz está basada en un hecho que le ocurrió a él mismo cuando pasaba por su peor momento de adicción a la cocaína y terminó dando vueltas en círculos en el estacionamiento de su hotel sobre un Mercedes-Benz. La canción se llama “Always Crashing in the Same Car” (siempre chocando con el mismo auto) y formó parte del álbum Low de 1977.