Los participantes del rally Dakar 2020 recorrerán un total de 7.800 kilómetros por un territorio totalmente desconocido y a velocidades de punta cercanas a los 200 km/h. Pero gracias a la tecnología, que ha ido evolucionando año tras año, pilotos y copilotos afrontan el reto con la máxima tranquilidad.
“Todo está pensado para garantizar al máximo nuestra seguridad, tanto a nivel de suspensiones, frenos, chasis multitubular, etc. En caso de vuelco, salvo que entre un elemento externo en el habitáculo, estamos protegidos para que no nos pase nada gracias a la jaula de seguridad homologada por la FIA y a las butacas de fibra de carbono ancladas directamente al chasis y que tienen cinturones de seguridad que impiden que nos movamos pese a dar varias vueltas de campana”, resume el ex motociclista español Isidre Esteve, que corre en la categoría autos con un prototipo BV6 del Repsol Rally Team.
“Este coche está pensado y fabricado específicamente para el mundo del rally raid, donde los elementos de protección son muy importantes. Hay que tener presente que vamos a velocidades muy altas por el desierto y por zonas en las que solo pasamos una vez y, por tanto, el elemento sorpresa siempre está presente”, agrega.
En caso de accidente, todos los participantes en el Dakar cuentan con un dispositivo llamado Iritrack para avisar a la organización e informarle de la geolocalización exacta del vehículo. “Si nos quedamos inconscientes, manda una alarma y si no respondemos se activa un sistema de seguridad para ir a socorrernos”, explica Esteve.
Dicho dispositivo incorpora un sensor de fuerza G e inclinómetro, cuyos datos permiten presagiar la gravedad del impacto. “La organización sabe si el coche ha sufrido una desaceleración muy forzada, si ha volcado lateralmente, o si está boca abajo”. El Iritrack también se puede activar manualmente para señalizar el coche en caso de parada por avería o pinchazo. Para avisar de un problema, propio o ajeno, también disponen en el habitáculo de una baliza de socorro que, al activarse, manda una señal de alarma vía satélite.
Tras un accidente, existe el peligro de sufrir un incendio. Con el objetivo de minimizar el riesgo, el combustible está aislado dentro de un depósito de aluminio por fuera y goma por dentro, con espuma porosa. Puede deformarse después de un impacto, pero nunca revienta. Además, incorpora una válvula de seguridad que se cierra en caso de accidente para evitar cualquier fuga.
Para prever deflagraciones la batería puede desconectarse desde el exterior del vehículo, gracias a dos pulsadores. Y si finalmente aparecen las llamas, entran en acción los tres extintores, dos de ellos manuales y un tercero automático, que también puede accionarse desde fuera y cuenta con varios pulverizadores repartidos: tres dentro del habitáculo y otros tres en el motor. Además, piloto y copiloto llevan ropa ignífuga, casco y el HANS para proteger las cervicales.
A todo esto, y debido a su lesión medular que lo dejó en silla de ruedas, Isidre debe añadir un elemento indispensable para mantener sana su piel. “Después de casi siete años de trabajo, hemos logrado desarrollar un cojín inteligente llamado Nubolo que consigue minimizar el riesgo de sufrir yagas por presión en los glúteos. Va fluctuando el aire para que la presión sobre la piel no sea siempre la misma y eso acelera el riego sanguíneo de todo el tejido presionado. Sin duda es un elemento clave para que yo haya vuelto a competir, ya que me aporta mucha tranquilidad, después de las graves lesiones que sufrí mi primer año en coche en 2009”.
A pesar de todos los avances, la plena seguridad no está al cien por cien garantizada. “Naturalmente, el riesgo cero no existe. Hay muchos tipos de accidentes, algunos leves y otros extremos que provocan lesiones, causadas por una desaceleración forzada o por compresiones fuertes, ya que las suspensiones están limitadas en cuanto a recorrido a 280 mm en los 4×4 y a 450 mm en los 4×2”, analiza el español.
“Por desgracia, últimamente se han producido algunas lesiones de espalda por las compresiones consecuencia de un fuerte impacto porque vamos a 180 o 190 km/h por un sitio por el que nunca hemos pasado antes. Para evitarlas hay que seguir investigando en la mejora de todos estos sistemas de protección”, concluye.