El único participante de la categoría autos del Dakar 2019 que logró sortear las dificultades que presentó el desierto peruano fue, sin dudas, Nasser Al-Attiyah, quien con la invalorable ayuda de su navegante Mathieu Baumel, se quedó con un merecido triunfo, el tercero en la carrera más dura del mundo después de los éxitos de 2011 y 2015.
Al término de los diez días de competencia y con solo tres victorias en etapa, el qatarí apostó a la regularidad para conquistar su tercer Touareg. Luego de liderar la general tras la primera especial y “prestársela” a su compañero sudafricano Giniel De Villiers en la segunda jornada, tomó las riendas de la prueba en el tercer día. “No hemos cometido ni un error y eso que ha sido un rally muy difícil. Conseguimos colocarnos a la cabeza en la tercera jornada y, desde entonces, fuimos confirmando con regularidad nuestra ventaja. Es una de mis victorias más bonitas”, admitió.
Al-Attiyah estiró las diferencias con sus distintos perseguidores etapa tras etapa a base de un rendimiento parejo. De hecho, empezó en seis minutos sobre el saudí Yazeed Al Rahji (MINI) y terminó en 46 minutos sobre el español Nani Roma y casi dos horas sobre el francés Sébastien Loeb (Peugeot), quienes lo acompañaron en el podio.
“Las dunas de Perú fueron realmente complicadas. Nosotros no nos atascamos ni una vez, pero los otros competidores no pueden decir lo mismo. Siento mucho respeto por ellos, pero han cometido errores porque tenía la necesidad de atacar”, analizó.
“Todo el mundo quiere ganar el Dakar. Y yo llegué con ese objetivo. Sabía que con una edición como esta, con arena en la mayoría del recorrido, tendríamos una gran posibilidad de andar bien porque es una superficie en la que somos muy buenos”, admitió el tricampeón dakariano, que también se mostró “contento” por darle a Toyota su primer éxito en la prueba.