Eduardo Alan es un empresario argentino amante de la aventura. Como muchos de su generación creció viendo las imágenes del Dakar por TV y se prometió que algún día iba a participar de esa carrera. Cumplir su sueño no fue una tarea fácil, pero lo consiguió. Juntó el dinero para pagar la inscripción y la atención de su moto y, obviamente, se hizo un hueco en su agenda para ausentarse de su compañía durante los primeros días de enero de 2008.
Como ocurría desde 2006, el punto de inicio de la extenuante competencia era Lisboa (Portugal). Hacia allá fue Alan, entusiasmado con la posibilidad de cumplir su deseo. Sus objetivos eran claros: disfrutar de la experiencia, vencer al desierto e integrar ese 50 por ciento de competidores que suelen llegar al final. Eduardo, como tantos otros, estaba ajeno a lo que ocurría en Mauritania, uno de los países africanos por los que iba a pasar la prueba.
El 24 de diciembre de 2007, en plena Nochebuena, ciudadanos franceses habían muerto al sufrir un ataque terrorista en las calles de Aleg, a 250 kilómetros de Nuakchot, la capital del país; y eso había puesto en alerta al Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia.
La organización de la carrera estaba al tanto de la situación. Evaluó sacar a Mauritania del recorrido y llegar a Senegal por una ruta alternativa a costa de perder las ocho etapas que estaban programadas en territorio mauritano. Sin embargo, las autoridades galas fueron contundentes con su recomendación: cancelar la 30ª edición del Dakar porque estaba en peligro la vida de los participantes.
El 4 de enero, un día antes de la partida oficial, todos los competidores se reunieron en el Centro Cultural de Belén para escuchar a Etienne Lavigne, director de la prueba. Esperaban las palabras de siempre ante el inminente inicio de una nueva aventura, pero no fue así. “Tras varios contactos con el Ministerio de Asuntos Exteriores del Gobierno francés y según sus firmes recomendaciones, la organización del rally Dakar ha tomado la decisión de cancelar la carrera”, anunció Lavigne ante el asombro de los presentes. Acto seguido, argumentó la postura adoptada basándose “en el actual clima de tensión que hay en Mauritania” y agregó que, “el Gobierno francés invocó razones de Estado. Y los motivos de Estado no se discuten y no se explican”.
Al mismo tiempo, Lavigne reveló la imposibilidad de programar con urgencia un plan B, que hubiera incluido un cambio en la ruta prevista. “El recorrido de este año hacía imposible rodear Mauritania. La decisión de anular era la más triste y la única que se podía tomar de forma responsable”, reconoció.
Como tantos otros, Alan no podía creer lo que había escuchado. Después de tanto sacrificio veía como aquel sueño que había abrazado de pequeño se desmoronaba. Estaba destrozado, sin ánimo de nada. No sabía qué hacer ni cómo reaccionar ante semejante noticia. Claro, aún desconocía que desde hacía tiempo la empresa Amaury Sport Organization, organizadora de la carrera, estaba evaluando mudar el Dakar a otra parte del mundo porque la situación en continente africano era cada vez más complicada (y la cancelación lo demostraba). Y que ese lugar era su país: la Argentina.
Desde 2006 ASO seguía muy atentamente una competencia llamada Por Las Pampas que se realizaba por caminos argentinos y chilenos, con Los Andes como imponente testigo. Tenía el mismo espíritu del Dakar, aunque duraba una decena de días. La empresa francesa ya se había puesto en contacto con sus organizadores en 2007 y, muy en secreto, pergeñaban la posibilidad de tomarla como base para un Dakar sudamericano.
La cancelación, que ocasionó grandes pérdidas económicas, precipitó todo y comenzaron las negociaciones con los dos países para lograr el respaldo necesario que permitiera mudar de continente a la carrera más extrema del mundo.
Alan tomó conocimiento de tal posibilidad el mismo día de la cancelación y eso le hizo volver el alma al cuerpo. Aunque le costaba creer que, finalmente, iba a cumplir su anhelo y que encima lo haría en su país.
El 12 de febrero de 2008 se anunció oficialmente que el Dakar de 2009 se iba a realizar en la Argentina y en Chile con largada y llegada en Buenos Aires y descanso en Valparaíso, del otro lado de la cordillera.
Alan corrió y fue gran protagonista de esta primera edición sudamericana, que se realizó entre el 3 y el 15 de enero. Estuvo perdido en las dunas del Nihüil (Mendoza) durante varias horas y fue rescatado por sus amigos. Pese al contratiempo, que tuvo una gran repercusión mediática, siguió en carrera y llegó al final. Aún hoy se emociona al recordar el recibimiento que tuvo de parte del público. Terminó 109° en la general de motos, pero fue tan o más aplaudido que Marcos Patronelli, segundo en cuatriciclos…
“Cuando pienso en todo lo que pasó en esos pocos meses no lo puedo creer. Yo fui a correr el Dakar a África y el Dakar terminó pasando por la puerta de mi casa. Es increíble”, suele decir. Y sí, porque nadie se hubiese imaginado que semejante carrera encontraría su nuevo hogar en esta parte del mundo.