El vehículo más popular que Citroën comercializó en la Argentina fue, sin dudas, el 2CV/3CV. Este vehículo, que fue evolucionando con el correr de los años, tiene grandes diferencias. Para conocerlas al detalle qué mejor que la experiencia de Pascual Migale, socio del Club de Clásicos Citroën de Buenos Aires.
MOTORIZACIÓN
La diferencia fundamental entre ambos -claro está- tiene que ver con la potencia del motor. El Citroën 2CV contaba con un motor de 425cc mientras que el Citroën 3CV tenía 602cc. El 2CV evolucionó hasta llegar a 18 CV mientras que el 3CV supo tener hasta 32 CV de potencia. El 3CV presentaba una mayor superficie de frenado para equilibrar la mayor potencia que desplegaba su motor.
La diferencia de velocidades máximas oscilaba entre 15 y 20 km/h, pero lo realmente distinto era la reacción de ambos modelos. El tránsito argentino evolucionó y el 3CV fue el que supo comportarse mucho mejor a los tiempos en los que fue furor de ventas.
SUSPENSIÓN
En cuanto a la suspensión, el 2CV no contaba con amortiguadores hidráulicos, sino que presentaba amortiguadores de fricción. Por esa razón se “hamacaba”. La suspensión por fuelles horizontales interconectados evolucionó y, en el 3CV, se instaló un sistema de mayor diámetro, con resortes más potentes.
Los sistemas de amortiguadores también acompañaron esta evolución, ya que el sistema de batidores y amortiguadores de fricción, que equipaba al CITROËN 2CV, se reemplazaron por amortiguadores hidráulicos. Uno por cada rueda.
DISEÑO EXTERIOR
Los faros de los guiños del 2CV se ubicaban en los laterales superiores, entre las ventanillas traseras y las terceras ventanas, mientras que el 3CV los ubicaba en la parte frontal del guardabarros delantero.
La apertura de las puertas era realmente diferente. En el 2CV las puertas se abrían de adelante hacia atrás, mientras que el 3CV lo hacía de atrás hacia adelante, como es hoy la manera tradicional de abrir las puertas de los vehículos de calle.
En cuanto a las cubiertas, el 2CV ofrecía cubiertas de 125 y el 3CV de 135. Asimismo, las tasas del 2CV eran redondeadas mientras que las del 3CV eran planas. Como curiosidad, la misma llave de ruedas servía para desmontar los guardabarros delanteros.
La apertura de la capota del 2CV se desarrollaba desde el exterior del vehículo, enrollándola hasta la mitad del auto o hasta el final, según lo que prefería el usuario. En cuanto al 3CV ya se podía realizar de manera interna y en tres posiciones diferentes.
Los faroles traseros del 3CV eran mucho más grandes que los del 2CV. Otra diferencia fundamental fue el voltaje. Pasó de tener 6 voltios por dinamo, a tener un alternador de 12 volts y una luz mucho más potente. Eso se vislumbrada principalmente en la distancia que ofrecía de iluminación al poder circular a velocidad mayores. A pesar de ser un auto popular, tenía la gran ventaja de poder alinear sus faros delanteros mediante un comando interior.
El 2CV no presentaba de fábrica espejos exteriores, en cambio con la evolución hacia el 3CV ya se habían agregado.
El portón trasero es otra gran diferencia entre ambos. En la segunda evolución del 3CV, la apertura del portón se hacía con la luneta trasera incluida. En Europa nunca existió este equipamiento, fue algo exclusivo para Sudamérica.
DISEÑO INTERIOR
En cuanto al interior entre uno y otro cambió el tablero y los tapizados, principalmente los colores y los paneles de puerta.
El velocímetro del 2CV otorgaba hasta 110 km/h aunque no era la velocidad final que realmente desarrollaba. Por su parte, el tablero del 3CV ofrecía hasta 120 km/h y llegaba sin inconvenientes a esa velocidad.
En cuanto a la posición de manejo, lo fundamental era la de pedalera. La del 2CV salía directo del piso, tenía dos pistones con los pedales de embrague y de freno, mientras que el 3CV ya tenía una pedalera colgante que venía desde arriba -como las de hoy- y eso ofrecía mayor confort al conducir.
El 2CV y el 3CV siempre fueron autos muy populares, nacieron para motorizar a la clase media y media baja por su sencillez mecánica y su economía en el consumo, pero siendo un vehículo de entrada de gama -como decimos ahora- jamás resignó su verdadera tecnología vanguardista.