Una de las cualidades con las que los autos eléctricos seducen a los usuarios es que mediante los sistemas de carga rápida se puede tener muy buena autonomía con poco tiempo de “enchufe”. Sin embargo, esto podría ser perjudicial para las baterías.
Ingenieros de la Universidad de California han realizado un estudio que revela los perjuicios que generan las estaciones comerciales de carga rápida en las baterías de los autos eléctricos.
El grupo de expertos encontró que en estos puntos de recarga eléctrica, las baterías son sometidas a altas temperaturas y a una gran resistencia que pueden generar grietas, fugas y, en consecuencia, perder su capacidad de almacenamiento.
Al llegar al 80% de su capacidad se considera que las baterías de iones de litio recargables ya no están en óptimo funcionamiento. Este punto es el que alcanzan las baterías cargadas con el método de carga rápida de la industria después de 25 ciclos de carga.
Después de 60 ciclos de carga, los estuches de las baterías del método industrial se agrietan, exponiendo los electrodos y el electrolito al aire y aumentando el riesgo de incendio o explosión. Las altas temperaturas de 60ºC aceleraron tanto el daño como el riesgo.
Para prevenir este tipo de roturas, los investigadores desarrollaron un método de carga a temperaturas más bajas mediante el cual se reduce el riesgo de daños catastróficos y pérdidas en la capacidad de almacenamiento.
Hasta que este método sea implementado, el grupo de investigadores recomienda minimizar el uso de cargadores rápidos comerciales, recargar antes de que la batería se agote completamente y evitar la sobrecarga de las baterías de litio de los autos eléctricos para prolongar su vida útil y evitar accidentes trágicos.