Desde que llegó al mundo estaba destinado a tener una vida vinculada a la velocidad. Nacido el 20 de julio de 1964 en la ciudad alemana de Sankt Ingbert, sus padres lo bautizaron a modo de homenaje con el nombre del legendario piloto germano Bernd Rosemeyer. Ése, se podría decir, fue el inicio de la campaña deportiva de Bernd Schneider, que con el paso del tiempo emuló a su tocayo y terminó convirtiéndose en uno de los más grandes volantes del automovilismo alemán.
Como la mayoría de sus contemporáneos, se inició en el karting. En esta especialidad logró varios éxitos, entre los que se destaca el Mundial Junior de 1980. Hizo dos temporadas en la Fórmula Ford (1984 y 1985) y luego saltó a la Fórmula 3 Alemana, categoría en la que se consagró en 1987. Con ese título bajo el brazo debutó en la Fórmula 1, en la que jamás logró lucirse por falta de un medio competitivo.
En 1988 y 1989 corrió para Zakspeed y en 1990 hizo dos pruebas con Arrows. En la Máxima sumó 34 participaciones, largó en nueve oportunidades y sólo llegó al final en tres Grandes Premios, siendo su mejor resultado un par de 12º puestos (Alemania ’88 y Estados Unidos ’90).
Luego corrió en la Porsche Cup y también en Sport Prototipo. Recién en 1992 logró la estabilidad que tanto había deseado de la mano de AMG Mercedes, escudería que lo contrató para competir en el DTM.
Su velocidad y temperamento fueron claves para lucirse en la competitiva categoría. Logró cinco títulos (1995, 2000, 2001, 2003 y 2006), 43 victorias, 25 pole position y 59 vueltas rápidas. Todas estas cifras, récords en la especialidad, le valieron el apodo de “Mr. DTM”. A sus estrellas en el Campeonato Alemán de Turismo se suman otras obtenidas en el ITC (1995) y el FIA GT (1997).
Luego de semejante campaña deportiva, que culminó en 2008, a muchos le surge la duda por saber si Schneider no habría logrado en la Fórmula 1 lo mismo que consiguió su compatriota -y contemporáneo- Michael Schumacher de haber estado en el lugar correcto, en el momento correcto…