Durante el Salón del Automóvil de Nueva York de 1957 se presentó un llamativo vehículo: el Aurora Safety Car. No solo captaba la atención por su exótica apariencia, que algunos calificaron como futurista, y por las soluciones que aportaba en el aspecto de seguridad, sino también por su creador: el sacerdote católico Alfred Anthony Juliano.
El cura no era un improvisado en la industria automotriz. Había ganado una beca para estudiar diseño automotor en un curso de General Motors junto a Harley Earl, creador del mítico Chevrolet Corvette. Pero el llamado de la fe pudo más y eligió terminar sus estudios sacerdotales.
Una vez convertido en el Padre Juliano volvió a incursionar en el mundillo del automóvil convencido de que podía crear un auto seguro en una época en la que eso no era prioridad. Invirtió 30.000 dólares y creó Aurora Motor Company, cuyo nombre era una clara referencia a su espiritualidad.
Sobre la base de un Buick de 1953 dio rienda suelta a su ingenio. El vehículo, de seis metros de largo y con una carrocería de fibra de vidrio, fue dotado de butacas que podían girar 180 grados para permitirles a sus ocupantes ponerse de espaldas ante un impacto, además de un parabrisas en forma de burbuja para minimizar las consecuencias de un choque frontal, aunque tenía como defecto deformar la visión…
Pero también tenía con soluciones que hoy en día son normales en cualquier vehículo como una jaula de seguridad integrada a la carrocería para evitar su deformación ante un choque, barras de protección lateral en las puertas, zonas de deformación programada para absorber la energía en caso de impactos, columna de dirección colapsable, cinturones de seguridad y salpicadero acolchado.
Cuando el Padre Juliano presentó su vehículo en la muestra neoyorquina, a la que llegó tarde porque el auto tuvo problemas mecánicos en el camino, también le puso precio: 12.000 dólares, mil menos que el exclusivo Cadillac Eldorado Brougham…
EL TRISTE FINAL DEL AURORA SAFETY CAR
Aurora Motor Company no recibió ni un solo pedido por su auto y la compañía fue declarada en banca rota. Juliano tuvo que entregar el prototipo para pagar parte de sus deudas y luego debió enfrentar todo tipo de acusaciones, que según él eran instigadas por General Motors.
Las autoridades eclesiásticas lo acusaron de apropiarse de las donaciones de los feligreses para darle forma a su compañía y lo forzaron a abandonar la orden del espíritu santo. Pero las acusaciones resultaron ser falsas. Según las inspecciones fiscales, el cura había invertido todo su patrimonio y había recibido aportes privados con consentimiento de los parroquianos.
El Padre Juliano, que jamás pudo recuperarse de lo sucedido, murió en 1989 insistiendo que General Motors le había robado muchas de sus ideas sin pagarle regalías. Mientras que el Aurora Safety Car fue encontrado en 1993 en un campo de Connecticut por Andy Saunders, quien tardó 12 años en restaurarlo y dejarlo tal cual lucía en 1957. En la actualidad se exhibe el Museo del Motor de Beaulieu.