
El 11 de junio de 1955, mientras se disputaban las 24 Horas de Le Mans, se produjo uno de los desastres más grandes en la historia del automovilismo. En este accidente fallecieron el piloto francés Pierre Levegh y 82 espectadores. Así lo vivió Juan Manuel Fangio, quien venía detrás de los autos involucrados.
“Yo lo vi todo. Estaba por pasar los coches que se accidentaron. Venía detrás de Mike Hawthorn, Lance Macklin, Karl Kling y Pierre Levegh. Andaríamos a unos 250 km/h. Habían pasado tres horas de la carrera y ya había que cambiar de piloto. Hawthorn disminuyó su velocidad y dirigió su Jaguar hacia los boxes. Esa maniobra fue la que se le discutió después porque la comenzó 300 metros antes del ingreso a los boxes”, rememoró en su momento el Chueco, que corría para Mercedes.

“De manera correcta, Macklin se abrió para superar a Hawthorn y un instante después Kling se dirigió también a los boxes. Levegh, velocísimo, trató de pasar, pero no encontró espacio. Su Mercedes subió sobre el Austin Haeley de Macklin y se elevó hacia el público. Yo me aferré al volante y esperé un golpe, que no llegó. Mi Mercedes rozó el auto de Macklin, que atravesado rasgó con su chapa el asfalto de la pista… Detrás de mí dejé un infierno”, relató Fangio, quien compartió un Mercedes-Benz 300 SLR oficial con el inglés Stirling Moss.

Pese al accidente y sus tremendas consecuencias, la competencia continuó porque los organizadores consideraron que de esa manera no se iban a colapsar los accesos para sacar a los heridos del circuito.
Mercedes retiró a su equipo de la prueba y no volvió a competir hasta 1989. Dos días después del incidente, Francia prohibió por algunos meses las carreras, medida que se repitió en Alemania, España y Suiza, que incluso aún mantiene esa veda.
¿La victoria? Quedó para Hawthorn y su compatriota Ivor Bueb con un Jaguar D-Type, pero no tuvieron motivos para el festejo…