Al momento de hablar de la historia de los vehículos 4×4, el Land Rover Defender tiene un capítulo plagado de éxitos que se extendió durante 68 años y que culminó en enero de 2016 al producirse la última unidad.
En 1948 la Serie I entró en plena producción en Solihull. Era la época de la postguerra en Reino Unido y el acero escaseaba, aunque el país contaba con una capacidad productiva inmensa.
La inspiración llegó gracias a Spencer y Maurice Wilks, dos hermanos que ayudaron a que Rover Company volviera a ser rentable en los años 30. Estos pioneros concibieron el Land Rover como un vehículo de uso agrícola.
Después de varios cambios, en 1958 la Serie II trajo un nuevo diseño y actualizaciones como un avanzado motor diésel que se utilizó hasta mediados de los 80.
En 1966 las ventas ya habían alcanzado el medio millón, mientras que la producción anual llegó a su punto álgido en 1971 con 56.000 unidades. En la década de los 70, la Serie III siguió vendiéndose tan bien como su predecesor.
A partir de 1990, el vehículo tomó el nombre de Defender. Para entonces, en la cartera de Land Rover se incluían el Range Rover y el Discovery, que acababan de salir al mercado. Un nombre nuevo era lo más indicado ya que antes sólo se hacía referencia a su distancia entre ejes y al número de la serie.
Parte del atractivo de Land Rover residía en que era posible crear versiones infinitas a partir de la plataforma base, incluidos modelos tan diferentes como el camión de bomberos Forward Control, las grúas o un vehículo anfibio capaz de flotar en el agua.
Durante sus 68 años de historia, todo tipo de personas lo han conducido, desde granjeros y exploradores, hasta la realeza.