Historia

Ford GT40: Belleza americana

A mediados de la década de 1960, Ford se propuso ganarle a Ferrari en las 24 Horas de Le Mans y para eso construyó un auto que quedó en la historia.

La historia del Ford GT40 es simple y sencilla: nació para derrotar a Ferrari. ¿Cómo? A principios de la década de 1960, Ford intentó comprar la casa de Maranello, que estaba atravesando una grave crisis financiera causada por los altos costos de su programa deportivo, que incluía la Fórmula 1 y las carreras de endurance.

Las tratativas tuvieron varias idas y vueltas hasta que Don Enzo Ferrari rechazó los 18 millones de dólares que ofreció la firma americana y aceptó la propuesta que le había hecho Fiat, que consistía en una colaboración estratégica que en 1969 llevaría a la fábrica de Turín a comprar el 50% del fabricante de deportivos.

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Henry Ford II, por entonces el mandamás de Ford Motor Company, se quedó con la sangre en el ojo y no tuvo mejor idea que tomarse revancha en un terreno en el que el Cavallino Rampante parecía invencible: las 24 Horas de Le Mans.

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Los sport prototipos italianos no tenían rivales en el legendario circuito de La Sarthe, algo que quedaba ratificado con las victorias logradas en 1958, 1960, 1961, 1962 y 1963. En Ford entendieron que debían invertir mucho dinero y que también tenían que tomarse su tiempo para desarrollar un vehículo capaz de vencer a los autos italianos. Y así lo hicieron.

El proyecto estuvo a cargo del ingeniero Roy Lunn. Lo primero que hizo fue viajar a Inglaterra para contratar a Eric Broadley, quien ya estaba trabajando para Lola en un monocasco similar al que tenía pensado construir. Esto le dio a Broadley una ventaja sobre alguien mucho más genial y que en ese momento ya tenía un nombre bien ganado en la F.1: Colin Chapman, propietario de Lotus y quien también estaba en la mira de Ford.

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Para completar el equipo, Lunn fichó a John Wyer, antiguo responsable del departamento de competición de Aston Martin, que conocía como nadie Le Mans. Carrol Shelby, por su parte, se encargó de la distribución de los coches de serie y de hacer correr el GT40 en Estados Unidos.

Pero el “dream team” no duró mucho. Broadley lo dejó por las diferencias de conceptos que tenía con Lunn. Mientras él quería hacer un monocasco ligero ideal para la competición, su jefe estaba decidido a crear un coche de acero que pudiera usarse en las carreras, pero al mismo tiempo ser un súper deportivo de calle.

El modelo de Ford fue bautizado como GT en referencia a que era un “gran turismo”, mientras que se le colocó el número 40 por su altura: 40 pulgadas (1.016 mm). Hubo cuatro versiones en la medida en que se trabajó en su desarrollo: MK I, MK II, MK III y MK IV. En la primera se usó un motor V8 de 4.2 litros, en la tercera uno de 4.7 litros y en las dos restantes, uno de 7.0 litros.

Las dos primeras incursiones del Ford GT40 en Le Mans (1964 y 1965) fueron infructuosas. Mientras el prototipo estadounidense sufría mil y un problemas técnicos, los de Ferrari celebran victorias. Algo que, por su puesto, no le causó gracia al señor Ford.

Para revertir la situación, le tiró la responsabilidad del equipo a Shelby, quien además dispuso de un presupuesto sin restricciones (la leyenda cuenta que en el proyecto se gastaron 40 millones de dólares, el doble de lo que valía Ferrari…).

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Con esa nueva política deportiva, el primer éxito llegó en 1966 de la mano de los neocelandeses Chris Amon y Bruce McLaren sobre un MK II. Finalmente, Ford se había desquitado. Pero no sería su único éxito, ya que en 1967 el triunfo fue para otro GT40 -esta vez un MK IV- con dos estadounidenses: Dan Gurney y AJ Foyt. 

De todas formas, la era dorada de Ford en Le Mans no duró mucho tiempo más. Tras la decisión de la Federación Internacional del Automóvil de prohibir los motores de cinco litros de cilindrada, en 1968 Ford desistió de mantener su representación oficial.

Sin embargo, la marca estuvo bien representada por el equipo Gulf, que continuó con la seguidilla de victorias con la versión MK I gracias al mexicano Pedro Rodríguez y al belga Lucien Bianchi, en ese mismo año; y al belga Jacky Ickx y el inglés Jackie Oliver, en 1969. Sin dudas, el objetivo para el cual había nacido el GT40 se había cumplido.

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Diego Durruty

Soy un periodista con más de 30 años en el ruedo. Arranqué en revistas como CORSA, El Gráfico, Coequipier y SóloTC, pero también me aventuré en el mundo digital en SportsYa!, e-driver.com y kmcero.com. Si eso no te sorprende, también me escuchaste en las radios Rock&Pop y Vorterix.com. Ah, y no puedo olvidar mis coberturas del rally Dakar para la agencia alemana dpa. Hoy en día escribo en Automundo.com.ar y para que no se me escape nada, también conduzco el magazine Dos Tipos Audaces (Spotify, YouTube y Campeones Radio). ¡No hay quién me pare, amigo!

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